miércoles, 10 de junio de 2009

como kamikazes enamorados...

domingo, 5 de abril de 2009

Si me siento lo suficiente mal al descubrir un poco más, merezco desplomarme lentamente...

(Espasmo...)


Carroña de caballo resalta en la cama por las tardes entre el olor a podrido de su cigarro apagado, medio roto, mojado. En un ambiente típicamente descriptivo (cualquier cama casi metálica, cualquier sombra de cualquier tarde, cualquier color entregrisaceo, y sí, un hombre cualquiera, un cualquiera), mientras los edificios entran por el balcón rejado, en el que siempre riega los mismos barrotes en punta. Había algo: miles de ojos entreabiertos , somnolientos, disimulando, los miraban de arriba abajo, ojos escuchando las fálicas agujas del reloj.
La sed de sangre corría por sus venas, hinchadas, casi coaguladas en la punta del machete. En su ajuste de cuentas particular, él siempre pensaba que ganaba , mientras ella se terminaba con la punta de los dedos por debajo de lasa sábanas. Un aburrido ritmo anticuado estimulado por su batuta en un último reventón.
Los terceros invadían la franja de la cama, rodeando su cabeza con los rifles cargados en punta, a punto de disparar. Este último no se llamaba, no era, simplemente avanzaba sus soldados poco a poco, atacando con voluptuosas balas de pecado, de deseo carnal. Solo de pensar en él, en su sexo, se dilataban las paredes de la habitación.
Si penetrabas por sus grandes niñas negras, a través de los oscuros barrotes que rodeaban sus ojos (para toso esto hacía falta choques frontales contra el cosmos de sus pupilas y...) podías ver sus más palpitantes gemidos, y escuchar la oscuridad de los callejones en los que se perdían.
Se vestía rápidamente, sin mirarlo, mientras él miraba por el balcón, otra vez viendo lo de fuera. Se levantó, abrió la puerta, él se volvió, ella lo miró, él preguntó y ella respondió:

-Mañana vuelvo.

lunes, 30 de marzo de 2009

Tintes camaleónicos hablan con las paredes preguntando miles de paradojas irresponsables que se escapan de sus pequeños y acelerados lugares de entre las yemas de los dedos. ¡Corran polígamos, corran!, repiten una y otra vez saltándose tildes, verdades, gotas de absenta... ¡qué pena! Y volviéndose de varios tiznes de blancos negros y grises azulones se hacían viejos los disfraces, y se vestían las paredes de dulces relaciones con toda la fauna social de aquella estancia cuadriculada donde se escondían todos estos paralelos mundos.
La tila se adueñaba de los ojos de los comtemplantes de este cubículo cuando ¡plof! cayó sobre la estancia una polla de sativa gritando a puro pelo "¡Quiero mi comida, quiero mi comida!". La gente la miraba mientras pensaban que en tiempos de crisis la sociedad está muy desestructurada emocionalmente, y tiraban onzas de chocolate a la polla saltarina para limpiar sus consciencias. Los camaleones se mostraban vistósamente ante estos gritos de conciencia, reflexionaban, y secuestraban a la polla.
La conciencia queda limpia, y la polla se esconde con los camaleones...

¿Con quién hablo?


"Dejadme de hablar, no me hace reir, la gente normal se podría morir, lalalalalá..."


jueves, 26 de marzo de 2009

El escalafón que faltaba para llegar a la ambrosía de los idiotas, de los irreverentes mal cosidos, a los que llegaron a ninguna parte sin deber haber llegado, el juego de la literatura con sus inertes oídos, palabras derrochadas, tanto dichas como escuchada de ellos, son ellos.





"Son ellos, reconozco su marca, su sello, no saben disimular, vienen a por mi cuello"

martes, 24 de marzo de 2009

¿Vivir en una confusión erronea es la solución?




Tengo una muñeca

vestida de piel

con sus balbulitas

me ha costado cien.

La saque a paseo

se prostituyó

la tengo en la cama

con mucho dolor.

Esta mañanita

me dijo el doctor

que le de caballo

bañado en calor.

Dos y dos son cuatro ,

cuatro y dos son seis ,

seis y dos son ocho

y ocho (¿qué decís?).

Y ocho , dieciséis

y ocho , (los fantasmas que hay dentro de mi).

Animas malditas,

las expulso yo.

Tengo una muñeca

vestida de piel

la boquita abierta

hecha de látex.

Me comió el capullo

y me lo arrancó ,

me meto en mi cama

desangrándome.

Dos mas dos son cuatro ,

cuatro y dos son seis.

seis y dos son ocho

y ocho dieciséis

y ocho veinticuatro

y ocho treinta y dos ,

estas son las cuentas

que he sacado yo...


Luego Tanya rodeó con las manos la polla de Mike. El gemía de gozo.
Luego la arrancó de cuajo. La tiró a un lado.
Vi el chisme rodar por la alfombra como una disparatada salchicha, dejando tristes regueruelos de sangre. Fue a dar contra la pared. Allí se quedó como algo con cabeza pero sin piernas y sin lugar alguno a donde ir... lo cual era bastante cierto.


Charles Bukowski, La maquina de follar.