La tila se adueñaba de los ojos de los comtemplantes de este cubículo cuando ¡plof! cayó sobre la estancia una polla de sativa gritando a puro pelo "¡Quiero mi comida, quiero mi comida!". La gente la miraba mientras pensaban que en tiempos de crisis la sociedad está muy desestructurada emocionalmente, y tiraban onzas de chocolate a la polla saltarina para limpiar sus consciencias. Los camaleones se mostraban vistósamente ante estos gritos de conciencia, reflexionaban, y secuestraban a la polla.
La conciencia queda limpia, y la polla se esconde con los camaleones...
¿Con quién hablo?
"Dejadme de hablar, no me hace reir, la gente normal se podría morir, lalalalalá..."

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