miércoles, 10 de diciembre de 2008

Sorda lluvia otoñal...


Páramos inundados de cal enturbiando la mística luz que asombra la mirada del tábano. Ilícitos comunes en la discusión del bosquejo en pleno apogeo hormonal. Dentro de él, se hallaba la tempestad luchando contra si, arrastrando despojos desterrados en una llanura donde últimamente, no había nada. En lluvia y vientos, se enredaban los suspiros, y perdíanse en la natura en remolinos y espirales polvorientas, sucias de sucio el otoño, cálido y frío en paradoja, ladrón de hojas de papel vacías que van empañándose de limaduras de rocas purulentas.

Plumas de mirlo surcan los suelos de urbes grises al sonar de los zapatos rotos, calcetines mojados en los charcos de lamentos que vamos dejando abandonados a la intemperie lánguida de este puto mundo infiel. El carrito de la compra recorre calles en soledad, arrastrado por espíritus cabizbajos. En la luz de las chimeneas, aun suenan, largos, los acordes de la guitarra. Sueños musicales a realizar en un local sin luz rondan mis dedos, que escriben desganados en cuestiones de vivir, o seguir viviendo.

Necesito una señal…

Abandonarme en el desden del estar sin estar cuando estoy solo, porque en el fondo, no sé si estoy. Caprichos que iluminan ilusiones y el gran miedo a perderlas, el miedo que soñar no me deja, el miedo que pide precio en la barra de mis limitaciones. Tapando con sal todas las heridas, moribundeando en abismos vacíos, que no me quieren a mi, sino a mis entrañas guardadas en cajas de plástico, o de carne, o donde las quieras buscar.

Parece que se oyen olas, brisas marinas, conchas llenas de arena, gaviotas resignadas y añorantes de su hogar, barquitos dibujando paisajes a la vista de ojitos marrones, sin pupilas, de miradas de camaleón que cambian solo a tu mirar de este color que había triste, iluminando, serpenteando por las gotitas de sal, por los reflejos de luna nueva, de faros antiguos que siguen alumbrando recuerdos de historias, vidas, besos, lágrimas y caricias.

Dejemos que las preocupaciones de nada y de nadie jueguen encima del calor de las velas, que los recuerdos de mañana no sean más que los de ayer seducidos por las fogosas manos de la nostalgia, pero que la nostalgia no sea más que arena en la orilla de esta costa bañada por el agua azul, que cede a lo oscuro, que quiere beberte, y bañarte, y rozarte esta noche.

Dejemos que los pies besen, que la piel sienta, y los egos duerman. Que la cama quede manchada de carmín natural, no hace falta más. Que el pelo se enmarañe, que las mejillas enrojezcan y que los ombligos rebocen sudor. Que el sol salga y seamos concientes de su llegada, y ver como te mueves mientras duermes, cuando tu mirada se deje caer.

… para saber que sigo vivo.

¿Qué? ¿Qué hora es? ¿¿Ya??

Joder

(Prefiero soñar despierto)

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