lunes, 30 de marzo de 2009

Tintes camaleónicos hablan con las paredes preguntando miles de paradojas irresponsables que se escapan de sus pequeños y acelerados lugares de entre las yemas de los dedos. ¡Corran polígamos, corran!, repiten una y otra vez saltándose tildes, verdades, gotas de absenta... ¡qué pena! Y volviéndose de varios tiznes de blancos negros y grises azulones se hacían viejos los disfraces, y se vestían las paredes de dulces relaciones con toda la fauna social de aquella estancia cuadriculada donde se escondían todos estos paralelos mundos.
La tila se adueñaba de los ojos de los comtemplantes de este cubículo cuando ¡plof! cayó sobre la estancia una polla de sativa gritando a puro pelo "¡Quiero mi comida, quiero mi comida!". La gente la miraba mientras pensaban que en tiempos de crisis la sociedad está muy desestructurada emocionalmente, y tiraban onzas de chocolate a la polla saltarina para limpiar sus consciencias. Los camaleones se mostraban vistósamente ante estos gritos de conciencia, reflexionaban, y secuestraban a la polla.
La conciencia queda limpia, y la polla se esconde con los camaleones...

¿Con quién hablo?


"Dejadme de hablar, no me hace reir, la gente normal se podría morir, lalalalalá..."


jueves, 26 de marzo de 2009

El escalafón que faltaba para llegar a la ambrosía de los idiotas, de los irreverentes mal cosidos, a los que llegaron a ninguna parte sin deber haber llegado, el juego de la literatura con sus inertes oídos, palabras derrochadas, tanto dichas como escuchada de ellos, son ellos.





"Son ellos, reconozco su marca, su sello, no saben disimular, vienen a por mi cuello"

martes, 24 de marzo de 2009

¿Vivir en una confusión erronea es la solución?




Tengo una muñeca

vestida de piel

con sus balbulitas

me ha costado cien.

La saque a paseo

se prostituyó

la tengo en la cama

con mucho dolor.

Esta mañanita

me dijo el doctor

que le de caballo

bañado en calor.

Dos y dos son cuatro ,

cuatro y dos son seis ,

seis y dos son ocho

y ocho (¿qué decís?).

Y ocho , dieciséis

y ocho , (los fantasmas que hay dentro de mi).

Animas malditas,

las expulso yo.

Tengo una muñeca

vestida de piel

la boquita abierta

hecha de látex.

Me comió el capullo

y me lo arrancó ,

me meto en mi cama

desangrándome.

Dos mas dos son cuatro ,

cuatro y dos son seis.

seis y dos son ocho

y ocho dieciséis

y ocho veinticuatro

y ocho treinta y dos ,

estas son las cuentas

que he sacado yo...


Luego Tanya rodeó con las manos la polla de Mike. El gemía de gozo.
Luego la arrancó de cuajo. La tiró a un lado.
Vi el chisme rodar por la alfombra como una disparatada salchicha, dejando tristes regueruelos de sangre. Fue a dar contra la pared. Allí se quedó como algo con cabeza pero sin piernas y sin lugar alguno a donde ir... lo cual era bastante cierto.


Charles Bukowski, La maquina de follar.

lunes, 23 de marzo de 2009

Moribundo y estúpido nos esperaba Cramberry, sedienta de alcohol en sus venas: Sedienta se sentía la quimera que amamantaba a un mundo fagocitado por pequeños seres, pequeños vivos que subyacían de cualquier lugar de las ubres de esta alucinación que se iba envejeciendo, que solo te quería ver crecer junto a un ideal injusto en busca de lo imposible, ¿tú eres imposible? ¿tú lo serás?
Mírala, tan roja como siempre, bebe bebiéndose, y su mismo nombre, bebe para olvidarse, bebe para rendirse, bebe esperándote, misericordiosa Cramberry, no te preocupes si algún día eres feliz, no te preguntes si algún día llegaré a ti, mi pequeña ciudad. Beben de sus ubres los cachorros de la quimera, sabiendo que su leche es veneno para sus bocas, sedienta, bebe y bebe; (de Cramberry y) de sus tetas.


"Dejaré de llorar palabras la mujer que amé se convirtió en fantasma, la busco en los rincones, pero me di cuenta que solo yo soy el lugar de sus apariciones..."

domingo, 22 de marzo de 2009

El pánico comienza a apoderarse de ti cuando menos lo esperas, tecleas y tecleas, y no dejas de teclear mientras el pánico poco a poco va poseyendo estas palabras sin ni siquiera ser consciente de ello, el pánico recorre los dedos, el pánico exagera, el pánico te va quemando mientras esperas.
El pánico, el pánico, el pánico.
Él.


El pánico mata.
Largos percheros oscilan de un lado al otro del muro, una otra, y otra vez. Colgados los abrigos de famosas siluetas que lastiman al ojo, que lo ensimisman volviéndose víscera. "No me interesa, no me interesa", repetían veces y más veces, y se sentían solos, cada vez más solos. Ojos sin cara, ojos desnudos, ojos hambrientos, ojos urgentes, ojos cada vez más solos, más que ojos, más que ellos. Se apagaban paulatinamente mientras el sol se incendiaba quemando corneas y corneas, las niñas se escondían en tonos más sucios, más pervertidos, y los abrigos, alocados, presenciaban el momento colmen del día: los ojos, se habían cerrado.

jueves, 19 de marzo de 2009

***

Los cambios efectuales se sitúan en el epicentro de un lugar ternario en un símbolo completamente mediático. A destiempo, te sorprenden situaciones fuera de contexto que rivalizan con tu enorme y triste pasado, aquel que se pregunta "¿por qué?". Después de esto, es curioso, juegas con los tres tiempos verbales y cierras la puerta. "Siga el recorrido y tuerza a la derecha", luego, continúas contrariando por la izquierda, y pasas la calle sin revatir una ración de desequilibrados insultos que la gente escupe literálmente, de pasar deliberadamente de ellos, de evadir este odio dirigido hacia ti, sigue.

***

Psicoanalistas de bragueta analizan la situación. ¿Valores? ¿Sentimientos? ¿Acciones de bolsa?, siendo franco, todo se ha vendido ya, "todo el pescado esta vendido", te decían, mientras que seguir despotricando era la mejor manera de rellenar el hueco, de rellenar al cristo, de rellenar el pavo. Las clasificaciones eran graduales: llegó el momento de aprendérselas como la tabla del seis. Ser imperfecto, ignorante y pobre, que cualidad...

***

En el transfondo del sueño vagaban los cuentos a medio contar, las astas del hastío, el fulgor del abrigo de la lujuria (curioso personaje), tras ellos y más, rebuznaban los buitres, ansiosos de carroña infeliz, escatimando conceptos y preceptos, cotizando las subidas de famas y faros de revuelta, jugando con la sucia agonía, moralizando. Mientras, una colonia de seres unicelulares y microbios dedicábanse a jugar a la oca, cantar, tocar la guitarra, saltar, enmarañarse...
Sí, escatimarse, sí...

***

Es ridículo, ¿no?

***

miércoles, 18 de marzo de 2009

El lamentar no estar aquí, la sensación del malestar, de protestar por ser un cáliz, un calor ágil. Dentro, tu cuerpo, fingiendo plasmarte en el arte del recrear la condición del perdedor que piensa ser bambi, ser otro mártir, solo ser alguien, ser un presagio. El retorcer la potestad, reconocer la facilidad de demostrar que te retrasas, llegar a casa mientras te esperan cuantiosas excusas que rememorar. Voy a gritar la tempestad que me hizo llorar, mientras tanto mirar reflejos en las calles, caras y trajes haciendo masajes en las arenas que hunden los valles, que alzan los coches. Cansa caminar sobre el entender de este lector que busca laxantes en textos que encienden los faros del flujo mental, ramificar esta materia que se hunde en arterias y en nivel viral, el nivel viral que te hace escapar de esta ciudad, de la realidad, de la potestad, de la caridad.
Me voy a acercar a tu ojo glacial, artificial, por no decir lácteo. Impersonal, voy a escupirte en esa retina con labia atractiva...


Voy a escapar, voy a escapar, voy a escapar, voy a escapar...

lunes, 16 de marzo de 2009

Solamente se oye el sonido de “clamb-clumb” de los zarpazos que recibe el alquitrán entre miles de “clamb’s-clumb” rezarpando y rezarpando. Un foco de neón oscurece nuestra triste iluminación diurna, mientras que caemos barranco abajo, sin saber que escribimos la última vez en las páginas del cuaderno, sin arrepentirnos de nuestras absurdas palabras intentando ser originales. Es tan fácil mirar al cielo y decir “que buen día hace” y es tan difícil “sonreír” siendo original. Estamos en el mejor momento para que nuestra ira recaiga sobre los dioses y rompamos con la actualidad, con la pieza que falta, y con la realidad.

Quizá tuviera tiempo para ser niño…


"I think I'm dumb, or maybe just happy, think I just happy, think I just happy..."

jueves, 12 de marzo de 2009

Sex appeal


Si, yo soy. Soy esa repugnante manera de mirarte a los ojos y que te congela lentamente los escalofríos más intrínsecos de tus vellos, el vello púbico erizado con las sucias palabras que salen de mi boca. El vivo objeto sexual deseado por todos y amado por nadie, la saliva saliendo de entre labios secos, el humo de esa boca hace la forma de un aro mientras te miro, y te miro, y no te dejo mirar, las cadenas que enzarzan tu vista poco a poco hasta caer literalmente en la mano del diablo, en el veneno de mis huesos que se te apegan a tu piel como un cáncer, como un cangrejo retorciendo sus pinzas en tu odio hasta destensarte y hacerte llorar, como un puto niño.

Soy la fría ventolera susurrante que rechina palabras entre diente y diente vendiéndose poco a poco por el más preciado zafiro que reluce entre… las piernas, verte sufrir, humillarte, sentir mis pies aplastando tu cuello mientras sangras deliberadamente inútiles palabras por tu boca. Soy el suelo teñido de lágrimas, las sabanas de semen, la gota de orina que va bajando por tu mejilla y que va callando lentamente hasta llegar a los pelos de tu pecho.

Después, viene la llama de arder en esos roces ambiguos que destapan las mascaras que cubren nuestras miradas, el despilfarro de expresiones inútiles que extraviamos constantemente, y sí, también soy el brillo infantil de tus jóvenes e inocentes ojos engañados, soy la mala tentación que te produce el movimiento de mi boca al pronunciar, la sexualidad de esas mentiras, el rencor que guarda mi asco a esta putísima vida, el puñal que reluce en todas las espaldas de los hombres, de carmín, así como enrojecido…

Soy las últimas visiones borrosas de tu embriagado sentido del humor, la risa falsa que retumba en tus oídos y que os engaña a todos los mortales, soy la caricia de cordero, disfrazada de lobo, que toca hasta lo más profundo de tu… ¿interior? La putrefacta sensación de vacío que embarga tus sentidos momentáneamente, que te bloquean. La consumación del acto ilícito que es el vomitar, o el escrutar ideas que pervierten las mentes, soy la mierda que necesitas, la heroína personificada, la mugrienta dependencia de esta guarra droga.

Soy la costra que se despega de tu piel y te hace reabrir las heridas, el tacto de ese flujo sanguíneo poco coagulado, la imagen de la aguja de la jeringa entrando en tu piel. Soy tu lepra, los cachos de piel que se deshacen en el suelo descompuesto, soy las moscas que los rodean. Ese sarro que cubre tus dientes, la suciedad de tus manos usadas, rebosantes de sexo, de flujo, de, lo que sea eso.

El hedor a sudor sucumbe tu olfato, te atrae, te apega a mi y a mis lésbicos símbolos fálicos, ahora se va perdiendo tu inocencia lentamente, vas tomando esa cara de buitre, de ave de rapiña: empiezas a picotear mi carne podrida. Una vez más, vas muriendo poco a poco junto a mi, vas suponiendo esa falsa sensación de control. Guapo, no tienes ni idea.

Al día siguiente me llamas, volviendo a pedir tu ración, y dudo si volvértela a dar, “¿por qué no?”, no sabes cuanto más, no sé cuanto más, pero un día lloraras, te retorcerás, romperás tu cabeza contra las paredes, buscaras alguna droga parecida, y al no encontrarla, lloraras, sufrirás por no sufrir.

¿Yo? Soy la mano que recorre tu muñeca antes de arrancarte las venas como si fueran cables, las nauseas de tu masa gris palpitando, el calvario que sufren tus tripas cuando las saboreo poco a poco con mis zarpas.

Yo, soy una puta de Medem.

miércoles, 11 de marzo de 2009

Retrofuturama



¿Te hace un chute?


¿Dónde está el pequeño comerciante de palabras que se basaba en el antiguo trueque para cambiar todas nuestras ideas, todos nuestros textos, y toda nuestra vida bursátil? Y ni si quiera sabemos donde quedamos ni donde quedaremos. Son símbolos, uno tras otro los que llenan… ¿qué llenan? Se acabaron los símbolos rutinarios y agrarios que terminan llenando el vaso poco a poco, y esta vez no rebosará, no, esta vez reventará.

El caminante se hizo camino, porque su camino no se hacía al andar, y es el tacto de una pared de groteliee la que raspa nuestra mano y nos despierta de nuevo en medio de una escaleras puestas al revés, con barandas diagonales, barandas circulares, barandas estructurales, y el niño, al que nadie le había enseñado nada, fue creciendo escaleras arriba y abajo siguiendo el camino de píldoras que le habían trazado escalón tras escalón. La droga se hizo dulce en las escaleras del revés.

Lleno de luces el techo, en el pasillo de un hospital. El niño se hizo hombre de tanto vomitar. Sobredosis. Luces cayendo del techo regurgitando sonidos al intentar cantar, mientras a la espera de un resultado, a la espera de esa mejoría de vida que el niño quería recuperar, lo esperaba una aguja punzante, dispuesta a dialogar. “Hágase de rogar idiota, hágase de rogar”, por el pasillo de urgencias las cabezas se hacen rogar, y ruedan, y ruedan, hasta llegar a la sala de espera y se vuelven a sincronizar.

Rebozan los símbolos y metáforas, revienta la falsedad. Y en los países las palabras, otro golpe dictatorial. Caen las descargas en el pecho, las frías manos del personal, mientras dominan y dominan las masas, las masas de la humanidad. Guantes de látex recorren gargantas, esófagos, laringes, pituitarias, recorren el tabique nasal, y buscan palabras jugosas, las ideas que nos quieren robar. Somos enfermos mentales en búsqueda y captura los que conseguimos escapar, catalogados con cuantiosas etiquetas: Somos esquizofrénicos, paranoicos, bipolares, neuróticos, reaccionarios, deficientes, anormales o subnormales, por querernos hacer escuchar.

Tal vez, ni siquiera pretendamos nada, tal vez solo seamos otro puñado de etiquetas símiles a lo anterior: un grupo de enamorados, borrachos, jóvenes, solidarios, soñadores, revolucionarios, innovadores, vividores al fin y al cabo, que busquemos una manera de entrar entre las utópicas manos de nuestro señor macrouniverso sensorial, tal vez no busquemos buscar esa forma tan placenteramente efímera de rozar el placer, quizá solo seamos los renglones torcidos de dios, los hijos bastardos de Abel, y queramos manchar la camilla con algo más que sangre, con lágrimas y sudor.

Se me ha escapado una mirada por la boca. Tumbado entre sangre seca me miran desde alrededor, y las voces de mi ultratumba han dejado de sonar. Miro mi brazo y me estremezco con un estrepitoso escalofrío al verlo otra vez lleno de finas punzadas de verde azulado, ese verdor que pudre mis venas con asqueroso pudor. Me miran, los miró, y me vuelvo a echar a llorar.

Vuelta a esos días en los que las imágenes no se terminan de desarrollar, vuelta a la misma calle, con la misma gente, con las mismas cabezas rodantes, con sus relojes punzantes que suenan al ritmo del corazón, al ritmo del ejercito callejero capitaneado por el reloj.

Desnudo frente al espejo me vuelvo a ver, de frente. Me ha crecido el pelo, y me tapa el rostro a la mitad. Dejó de haber tanto humo en mi vida, y ahora, veo con menos nitidez. Me miró, me mira, y ya no sabemos a quien más mirar, si a ti, o a mi.

Ahora el símbolo soy yo.

(Boom)