
Un padre que llora en su habitación, por desmoralizar a la ética, con un tablero de ajedrez a su espalda, pensando en deslizarse por las esquinas, arriesgó, y se lo comió un peón. Un verso en francés que lava una emoción en la tormenta, un rayo que rompe en dos la caricia trovadora habitante en su habitación. El canto de un gitano viejo, que quiebra la voz del silencio amargado, bebiendo crema de ron. Un saco de lágrimas que cae al suelo, y se rompe, haciéndose sonoro como el cristal de bohemia que se rompió en el ojo de aquel gato negro ese sábado nublado.
Un reloj de arena que grita, esperando la hora de enfrentarse a la realidad, una niña gimoteando a la hora de abortar. Una guitarra que toca la canción de la canción, y una cuerda que sube por mi balcón que busca al tormento, por si algún día está.
Pan mohoso que corre en busca de amor, o lo que venga, y verde está la escarcha en el chaflán de mi bañera, y vive la espuma que alude su melena jugando a ser pasión. Chufas machacadas sobre la mesa, todos las miramos, esperando que hablar en la copa de una estufa, una copita de vino por dedo que se empine en una madrugada drogada de sucedáneo de licor. Se puede caer y se puede romper, la cañada espera un lozano sol, y una barca vacía rema en las Lagunas de mis Pensamientos.
Un rabino sentado en la acera de una calle moderna, con la boca en duelo con su razón, y un jacobino que encuentra la exaltación en los latidos del pecho abierto de la humanidad, y a mente cerrada, abrió el cofre del cosmos, como una caja de Pandora a ver que salía. En la provincia de la rama de un árbol está escrito un nombre, en la corona de tu pelo hay un gusano, en la columna en la que me apoyo, se dibuja el estribillo del jirón de la pluma de una paloma que escapa por mis orejas.
Hoy te esperaba plof, pero dentro de mi pecho escuche un boom, que te estremeció cuando tu boca hacía tic-tac, y mi ánima se desplomo al suelo emitiendo un buaf, tu boca se dio la vuelta diciendo ¡ains!, pero en lo más intrínseco de mí sonó un clack, y a tus oídos llego un ¡muac!
¿Cuántos sonidos y ruidos puede emitir la afasia?
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