lunes, 19 de enero de 2009

Resultados de un día de lluvia


No se si son las proporciones de mis brazos con mis piernas o las pocas ganas de acceder a ese lugar, pero la verdad es que me pierdo con tanto contenido, teniendo en cuenta de que usted me está leyendo, y con lo cual busca el entendimiento de mis textos, curiosamente no encontrará las subyacentes estructuras de mi yo interior, (dios, así queda horrible, ¿inside?). Acabo de recordar que estoy hablando con Dios, si, aunque también haga una clara referencia a ustedes, los demás, los mortales.

Más que nada, le recomiendo no buscarlas, ya que de momento, y digo de momento, no las hay, claro eso sí, depende de la opinión subjetiva que tenga, ¿no? Es frustrante a veces la sensación de estar hablando solo, o conmigo mismo, o con mi consciencia, ¿quién sabe?, pero en fin, ¿qué remedio nos queda hoy? Ya sabe lo que pasa a veces con está gente, que fallan demasiado, demasiado defectuosos, no se porque coño los hiciste así o asao, pero el caso es esa sensación (si se puede llamar asó) que me hace pensar este tipo de cosas.

Les hiciste un cacho de carnes y huesos con el que sentir, y ellos mismos inventan eso de “sentir”, no entiendo porque no entienden de que una puta depresión no es más que el fallo de un sistema cognitivo o un en el hígado, pero míralos, que felices son, trabajando sin parar, no teniendo más preocupaciones que pagar sus hipotecas e irse a un lugar exótico de vacaciones, ¡Si supieran!

Que chorrada, nunca había visto nada igual, ni siquiera la gente de Neptuno es así, y biológicamente estaban mucho menos capacitados que ellos, pero hay que admitir una cosa, te han querido imitar, y lo han conseguido, fue tu fallo el ponerte de modelo con ese bastardo tuyo, Jesús, han creado maquinas, mucho mejores que ellos, quizá tu solo hicieras lo mismo con ellos.

En cualquier caso, te han superado y reconócelo. Mírame, yo ya estoy muy viejo también, estoy atormentado de ser así, un mártir más en lo desconocido, tal vez quiera ser más conocido, tal vez me este volviendo como ellos, siento más de trece pecados capitales, y tengo ganas de arder como aquellos herejes calcinados por la inquisición. Mírame, soy un ejecutivo pagano siendo un alumno de lo que nadie ha sabido aprender, ni han querido. Paso las noches dándole vueltas a las agujas del reloj y asomado a la ventana buscando una luna y alimentándome de luces del frigorífico, y persiguiendo lagartijas por la pared, dándome de bruces en el cruce de la lámpara y el sofá contra la pantalla del televisor, metiéndome dentro y siendo un dibujo animado de Burton. Un tabulador en el espejo arañando el cristal de vidrio de la botella de pena, y comiendo, bueno, llantos en conserva. No me he afeitado otra vez y me dejo llevar por las vueltas del ventilador, y eso que ayer asistí al entierro de la cucaracha de la esquina, qué murió aplastada por una hormiga.

A veces quisiera ser la mosca que da vueltas alrededor de mi sopa en el restaurante falso de la esquina, si ese que está hecho de cartón y pintado con temperas, ese que pinto la niña, que aun me acuerdo, ¡qué bonita!

Bueno, como siempre, gracias por escucharme, que pena que sea solo eso. Yo seguiré dándome chocazos en la pared para volver a las estrellas, o al infierno, o a lo que se llame eso.

(Hoy no llueve debajo de los árboles)

“Somos los hijos indeseados de Dios, ¿y qué? Nuestros padres eran nuestros modelos de Dios, si nuestros padres nos fallaron, ¿qué dice eso de Dios?”

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