miércoles, 17 de diciembre de 2008

Erorarora dondero...


Mi salud todavía tiene cura. Gacela picoteando en el árbol buscando su fruto, carnavales en el bosque de luto y las puertas rechinan en los campanarios velatorios de ánimas que buscan blues en la noche. Almas de sativa plantadas debajo de los pies del abierto firmamento que sube hasta alcanzar lo que nadie conocemos, y allí los caciques del “edén” juegan con las cabezas de criaturitas que no tienen culpa de vivir.

El clandestino juego de palabras nos ha indigestado el cerebro de viscosos juicios que nos declaran culpables de nuestra ventura e inocentes de nuestra propia locura. En la ruptura de la boca que abdica nuestros mismo sentimientos e inecuaciones imposibles de resolver con la razón. Otra vez la misma ración de insignificantes motivos de exasperación, las mismas embocaduras, los mismos muertos.

Huesos y pellejos pidiendo piedad al sino, somos casi los mismos cretinos, siguiendo el común camino deságüente en el escepticismo por el que fuimos adoctrinados, asentándonos en la porquería placentera y lujuriosa impuesta por los impuestos que nos ha cobrado nuestra triste historia de amor al egoísmo. El istmo al que fuimos abandonados, concordados a la insípida ineptitud, saboreando nuestros propios huesos rotos, sacándonos los ojos de las cuencas para devolverlos con intereses.

Quiero subir a las hojas del árbol para no pudrirme en las raíces, quemar mis cicatrices en las que en rincones escondí, espaldas mojadas de sudarte en el arduo recorrido de tus inmensidades, y la impotencia de el no poder extirpar este cáncer de sociedades que apoderarte consiguieron. Diez angelitos negros cantando su romanza, diez corazones asesinados por el puto dinero.

Pegando lametones al albero con grilletes atados al corazón, arrepentido hacerle caso al tiempo y el remiendo que intenta coser este trapo sucio lleno de lamparones y lamentos sedientos de esperanza y fe. En las camisas manchas de café y en las pieles humildes, de sangre encarnizada por los alambres del estacado del poder, la sangre derramada chorrea en el acero, entre también, costillas marcadas que hacen cosquillas en los pies del poderoso.

Somos la patada que dimos al mundo, el nauseabundo muñeco tallado por la mano de Dios, mientras Él es el nauseabundo invento que la potestad creó. Carne de cañón en el banquete del “Don”, cremación de la humanidad a la que fuimos condenados, encadenados a la elección de la reducción a la que nos conformamos.

Diez angelitos negros jugando con munición, diez angelitos negros muertos cara al sol.

Con mis propias manos quiero ser carnicero de mis sesos esparcidos en el suelo, tanto contenido, tan poco entendimiento, tan poco sentimiento…

Insomnia que me merezco, y muchísimo más.

Una bomba de relojería en mi corazón.


“Intento odiarme un poco menos y entenderos un poco mas (…) Pero el que cuenta sus odios ya está pidiendo perdón”

"We're going to break up civilization so we can make something better out of the World”


Que los besos no tengan cohesión, no quiere decir que no tengas coherencia

lunes, 15 de diciembre de 2008

Lentes borrosas

Empecé lamiendo cristales en una casa de quebrados contentos, me inicié en el arte del ver sin mirar y del aprender a caminar. Cuando la luz de la pantalla se apague y la imagen se despegue, lámparas encendidas se cansaran de sus bombillas. Los cuentacuentos presionaban el interruptor, pegaban sus dedos a la boca gritando silencio y los carceleros, quedaban dando vueltas dentro de aquel cuadrado pequeño que hasta hace poco vivía aquí.

Las sombras imaginadas soñaban con tocar, llorar y reír. La sábana que me cobijaba, siempre tan cálida en aquellas heladas noches de invierno, también tenía miedo a la oscuridad, y juntos jugábamos hasta muy entrada la madrugada. Aquel oso grande que arrastraba hasta la bañera para beber agua, me contaba historias de sus días en mi cuarto, largas parodias que me hacían dormir mirando musarañas encima del armario. Aquellas estrellas de neón alumbraban ojitos cerrados, sueños y pesadillas que me desvelaban, y que contaba a la muñequita de los ojos tristes.

El suelo mojado del patio, en el que anocheceres pasé tirado escuchando flautas, ruiseñores o gorriones. Silencios en mi ventana, soñando, pensando y mordiendo la almohada. Hadas evitando hados en la orilla de trapo de mi cama, escalando hasta la cumbre de la lamparita roja de la estantería. Nubes, que trajeron fuegos de los montes de debajo de mis cabellos.

Las gafas que vieron con sus propios ojos. Ábranse los capullos de las flores en las calles aburridas. Ciéguense los necios, para así comprender. Dróguense las maquinas de aroma púrpura para reír, cantar y gritar. Rómpanse las lentes para dejar de mirar, y por fin ver. Suéñense los sueños para no guardarse en el rincón de los olvidos olvidados. Quémense las palabras que salieron de tu boca aquella tarde, para así no buscar sin encontrar.

¿Qué tal si dejamos al miedo que se pierda en su propio camino? Quien sea, quien busque, quien abra los ojos con un soplido de aire en la nariz, quien sea niño, quien sea pájaro, quien sea trocito de luz, quien sea mariposa de asfalto y quien posea granitos de arena en su cuenta bancaria, quien ladre a la luna en tardes agonizantes, quien toque las finas cuerdas de su voz en lo bajo de un tejado, quien rasguee canciones imaginando quien será, y que será.

Nos acarician los oídos los cantos de los grillos, y los ríos de lágrimas, siempre llegan al mar. Se me ha caído la cabeza y rueda escaleras arriba sonriendo, en un viaje a un mundo, que quizá no sea mundo, quizá no exista un lugar, quizá no tenga nombre. Donde las personas, no sean personas, sean mariposas volando en un cuarto. Los conceptos serán conceptos, porque no hay de estos allá.

Jugaba en la habitación con coches de juguete, animales de juguete, gente de juguete. Poco a poco, aprendía a decir las cosas que yo mismo quería oír. Dibujaba letras en papeles de colores, e imaginaba, que algún día, dibujaría palabras de color. Pegaba bocados al aire, pensando que algún día, comería de él. Tumbado en el suelo, leía libros que nunca podría entender. El choque de las canicas me hacía delirar y la oscuridad llegaba a mi cuarto y tus ojos, esos ojos que me miran ahora y me dejan atrás, ven un trocito de la realidad. Ven a un niño en pijama, sentado en su cama, jugando con trebejos, alumbrado por una lucecita roja, escuchando el tic-tac de un reloj de muñecos, a punto de dormir.

Canta, ríe, grita.


Cuéntame otra historia, muñequita triste…


miércoles, 10 de diciembre de 2008

Sorda lluvia otoñal...


Páramos inundados de cal enturbiando la mística luz que asombra la mirada del tábano. Ilícitos comunes en la discusión del bosquejo en pleno apogeo hormonal. Dentro de él, se hallaba la tempestad luchando contra si, arrastrando despojos desterrados en una llanura donde últimamente, no había nada. En lluvia y vientos, se enredaban los suspiros, y perdíanse en la natura en remolinos y espirales polvorientas, sucias de sucio el otoño, cálido y frío en paradoja, ladrón de hojas de papel vacías que van empañándose de limaduras de rocas purulentas.

Plumas de mirlo surcan los suelos de urbes grises al sonar de los zapatos rotos, calcetines mojados en los charcos de lamentos que vamos dejando abandonados a la intemperie lánguida de este puto mundo infiel. El carrito de la compra recorre calles en soledad, arrastrado por espíritus cabizbajos. En la luz de las chimeneas, aun suenan, largos, los acordes de la guitarra. Sueños musicales a realizar en un local sin luz rondan mis dedos, que escriben desganados en cuestiones de vivir, o seguir viviendo.

Necesito una señal…

Abandonarme en el desden del estar sin estar cuando estoy solo, porque en el fondo, no sé si estoy. Caprichos que iluminan ilusiones y el gran miedo a perderlas, el miedo que soñar no me deja, el miedo que pide precio en la barra de mis limitaciones. Tapando con sal todas las heridas, moribundeando en abismos vacíos, que no me quieren a mi, sino a mis entrañas guardadas en cajas de plástico, o de carne, o donde las quieras buscar.

Parece que se oyen olas, brisas marinas, conchas llenas de arena, gaviotas resignadas y añorantes de su hogar, barquitos dibujando paisajes a la vista de ojitos marrones, sin pupilas, de miradas de camaleón que cambian solo a tu mirar de este color que había triste, iluminando, serpenteando por las gotitas de sal, por los reflejos de luna nueva, de faros antiguos que siguen alumbrando recuerdos de historias, vidas, besos, lágrimas y caricias.

Dejemos que las preocupaciones de nada y de nadie jueguen encima del calor de las velas, que los recuerdos de mañana no sean más que los de ayer seducidos por las fogosas manos de la nostalgia, pero que la nostalgia no sea más que arena en la orilla de esta costa bañada por el agua azul, que cede a lo oscuro, que quiere beberte, y bañarte, y rozarte esta noche.

Dejemos que los pies besen, que la piel sienta, y los egos duerman. Que la cama quede manchada de carmín natural, no hace falta más. Que el pelo se enmarañe, que las mejillas enrojezcan y que los ombligos rebocen sudor. Que el sol salga y seamos concientes de su llegada, y ver como te mueves mientras duermes, cuando tu mirada se deje caer.

… para saber que sigo vivo.

¿Qué? ¿Qué hora es? ¿¿Ya??

Joder

(Prefiero soñar despierto)

Sorda lluvia otoñal

domingo, 30 de noviembre de 2008

Distintos caminos


Ya no sé si fue la aurora, que te da envidia, que te mató en su momento. Quizá fueran las tardes de verano, en las que yo viví por no vivir, y no viví en querer vivir, sino en el acto, ayudado por tus palabras, solo por palabras, abrazos y poco más. Yo no sé si fue, aquel momento, en una tarde de otoño en la que la novedad se confundía con el deseo y el deseo con la novedad.

No sé si aborrecer, es la palabra. No lo sé.

En un día en el que despertar, no es pensar la misma mierda, sino en poder levantarme teniendo razones por las que seguir aquí. De esperar horas y horas sentado en la puerta trasera de tu casa, con solo la ilusión de escucharte y tocar tu nariz.

Dejar todo de lado, por buscar ese contrapunto que me hace reír y llorar, por poder rozar un poqo tus labios y en ellos perderme, sin recordar, sin pensar, sin tener que estar. Patadas en el costado, que hacen escupir sangre, que retuercen migrañas, que hacen mojar pestañas. Y, joder, ese “¿por qué?” es hoy muerte, que no deja de romper esperanzas de poder estar contigo, y no encontrarlo.

No poder enseñarte lo que siento, no porque no pueda, sino porque no se que coño hacer ya para que los veas. Si sigo siendo escaramuza, nudos que se atan y desatan, lagrimas que se lloran y evaporan, risas que se ríen, y solo eso, se ríen. Si solo soy un cacho de piel, si solo soy carne y hueso, no soy, no quiero ser.

Por fin conseguí perder el miedo, quizá volara a otro nido, quizá se posara en tus ojos… El error de tus palabras, el creer saberlo todo, y no saber nada. En vivir, también, en una suposición y poder evitarlo. Lo que las lágrimas escribieron, lo que los ojos tristes escupieron, lo que los abrazos rotos y los besos entrecortados querían ocultar, lo que quisiste decirme, y no supiste, la corta entendedera, el laberinto en el que sigo perdido, el no saber, yo tampoco, nada. Solo puedo decirte, solo puedes eso.

En cuestionarme, en saber que haré, y que no; en que debo, y en que puedo. Mi barco no tiene timón, porque es de papel; mi corazón no late a ritmo, porque no es corazón; mis canciones ya no son tuyas, porque entre el llanto, solo son ruido.

Aprender a contar con las manos, y con la frialdad de la mente, en la que si tu no quieres, no somos uno y dos, somos uno y otro. Aun así, en la inopia, en el insenstimiento, en el aburrimiento, sigues aquí.

Yo quizá no.

Y si me voy, que nunca lo sabrás ni sabré, jódete (y si me quedo, también), y si me voy, tranquila cariño, que nunca volveré.

lunes, 24 de noviembre de 2008

Un sentimiento


Tengo el corazón parcialmente dividido. Dos opciones: enloquecer en la frialdad, o shk-shk… Puum. El día me ha regalado una noche más y seguir soñando bañado en sangre cancerígena y odio engrumecido no es la solución.

El sentimiento amargo, entumecido; la mente ilíada, invadida. Esa palabra que se cierne entre nuestros dedos, en el puro estado del morfema. Al pintar el muro de blanco, queme mi meñique de cal, pintando de blanco el muro de contención de mis sentimientos.

¿Dónde está el cuando del por que de “las cosas”? El metrónomo marca el ritmo de la pugna que no puedo continuar. Todo es acibarado cuando cuentas cuantas veces has contado. Divagando en el papel, la acepción de la purga de sentimientos se ha extraviado y no hago más que afligir y afligir.

He perdido la liza contra mi mismo, por lo menos hoy, y el placer de la derrota llora por las mermas. Música aciaga para todas las miradas quebrantadas y las manos corruptas, las péndolas sin tinta y las voces inexpresivas. Consuelos hipotéticos, la vida, factible. Depravado, insinuante, resuena en el eco de la cueva. La voz ronca y dulce que dice sin decir. En idiomas ajenos a la razón, son pálpitos en un marcapasos averiado, son pasos que suben escaleras y cortan respiraciones.

Flemáticos, corroen todo el pasado. Hacen olvidar por completo el amor, y recordarlo aun más. Hacen condolerme y que me abrase en oscilaciones. Consternación en los ojos y en el “qué será” y en el “qué dirá”. Siempre suspirando pasión y riendo inquina.

Se ha cortado el cable del teléfono. Aguzados dientes mordisquean cobre, que al tragar, ha envenenado el ansia del querer, y no poder.

El silencio ha vaciado el violín. Retumba el maullar del gato sosegado entre el frío y la lluvia, porque ¿lo oyes?, está empezando a chispear…

Tórrido el ánimo de acrecentar. Sube el humo por la chimenea y hace señales de humo que nunca encontró, y que quizá no quiera, quizá…

Frases sin terminar, historias sin clausurar, lexemas fraccionados en el núcleo, a falta de momentos que quiero vivir, de entes que ansío sentir.

Errando, quiero vivir así.

¿Qué es un sentimiento? ¿Qué es el sentimiento?

“Seguiré aparcado en tu doble fila… y esta la vida que yo quería para mi, pero no es la vida que tu querías para mi”

miércoles, 19 de noviembre de 2008

Partículas que se mueven dentro del corazón


Pintar paisajes de los colores de tu vida, darle forma a lo abstracto. Expresarme como pueda, pero no entenderme.

Momentos, que son sentimientos, que provocan sensaciones, que son tentaciones, que son instantes, que son frases, que, objetivamente, son nada.

Corta la vida, pero largos los momentos. Fui abordado por piratas de la noche, que no me dejaron pernoctar. Me dejaron vacío y solitario, mirando carencia en el techo.

Las arañas tejen papeles en los cajones, y el nomo de debajo de la cama ha salido a respirar. Una perla se ha caído del collar de la luna, he resbalado con ella y me di de bruces con el vacío. No me importa que Jim Morrison ya no cante para mi, ni tampoco que mi barquitos naveguen en licor. Son los dedos amarillos de reconoceros en el aire, son las manos sudorosas de las dunas de la piel. La garganta se ha secado con recuerdos, son putas de colores bailando su canción.

Ladrones de pretensiones en ramas de olmedos roban silbido al viento en su instigo de soñar. Los bancos esperan en oír gemidos de insectos en el coto, esperas recelosas que no creen la eternidad, que ven la niña de la muerte acercarse a la oquedad del manifiesto. Oraciones de cobras, pidiendo el clamor de un suicidio leve, y el revolver del señor está en el ojo del huracán.

Compases a destiempo, ruidos del presente que originan la hecatombe, susurros del futuro que se perciben acullá. Música omnisciente en la que cabriolan notas tocadas por el hado, el sino de la carta se ha perdido en un cabaret, las damas levantan exiguamente sus enaguas, y el tahúr resignado se ha jugado hasta el jugar.

Sogas en burdeles de rústicas maderas rellenas de cartón, ventiladores cromados rezuman el aroma del alcohol, las rosas se conservan en licor de cereza y están embriagadas de falso amor, de insatisfacción, de rameras que venden lo indetentado, por circunstancias y razones, por excusas de pigmentos de toda la gama, por vivir o desvivir.

Se ha acabado la ración de la sazón de esta macedonia, de inestimular el paladar de la mosca, hoy pagaremos por conocernos, por vivir un poco mas, o mucho menos. Hoy somos menos que ayer y más que mañana, hoy es hoy, y he llamado a tu puerta y no me has abierto.

Buenas noches para los corazones rotos, ratas de sumideros viejos, gatos contendientes llenos de rozaduras abatidos por la biografía corrupta escrita por sus párpados cansados de curiosear. Para mendigantes de la nada, para borrachos abstraídos de la representación de la sustantividad, gentes de gentes que piensan en mucha gente y siguen sin derruirse. Buenas noches, fracasados en el juego.

Buenas noches, perturbados.

¿Sub/realismo o representación de la i/realidad?

La niña nos ha salido respondona. ¡Que tía más graciosa!

(Solo dos cosas cariño, ¿Recuerdas?)

lunes, 17 de noviembre de 2008

Cambio de Papeles


Los meses siguen pasando y sigo sin saber quien es quien. La gente sigue tropezando con las mismas piedras, el otoño este año es más gris que nunca, pero cantan los mismos pájaros, y la misma gente, sigue andando.

Ayer te conocí, entre hojas marrones y amarillas, de plástico, y solo tú puedes decidir si seguir conociéndote, o haberlo visto todo ya. Querer montarme en un tren y veros a todos bajo el sonido de la lluvia chocando con los raíles, entre hojarasca en árboles viejos y charcos de barro tras el cristal translucido. Y no poder, llorando como un niño, con los pies pegajosos de miel de haber roto el tarro de la cocina.

Me han guardado en el altillo esas plumas viejas y no alcanzo a la trampilla. Fuego que se refleja en la madera de mi habitación, luz tenue en el calor de un noviembre refugiado en emociones. Un mundo por descubrir, espejos donde reflejar nuevas imágenes.

Aquel texto audiovisual, que me hace recordar, el cambio de papeles. Cinco días ausentes en los que acabé por suponer que perdí la batalla, dame cinco minutos en los que colocar una bomba en el pestañeo de tus ojos.

Sigue habiendo guerras en pantallas de blanco, negro, y pocos colores más. Siguen estallando bombillas con el ruido de las palabras, sigue oyéndose el mismo himno en la oscuridad de mi dormitorio, sigo viendo el mismo humo devastador saliendo de mis heridas.

Pero ahora ríos de sangre llegaron a tus ciudades anunciando el caos, ahora el entendimiento huye en caravanas al toque de las campanas. Heridas que nunca cambian, en los mismos lugares, el dolor siempre es la misma evocación.

Intercambio de papeles en análogos momentos, tú eres quien, y yo soy nada descifrando charradas. Sintaxis de sentimientos en una sesera, que más que sesera, es el acordeón de bosquejos que evocan tus nanas antes de yacer en mi cama.

La verdad se ha escondido en un callejón, aterrada de oír y no discernir. Mete su cabeza entre las piernas, inclusera, esperando a que dejen de tronar mentiras, y ya no llora porque acabe todo esto, ya llora porque llora. Su ciénaga de lágrimas se ha plasmado en el plomizo asfalto, pero levantó la cabeza, y vio el paisaje de una soledad que no está tan sola, de una urbe sombría en la que empieza a amanecer. El suburbio oscuro refleja en los cristales rotos el destello de un nuevo día. No tengo miedo a volar, si me coges de la mano…

Un guijarro canta serenatas a la mariposa en su balcón, una chapa de cerveza recita poesía, todavía borracha, en el centro, una bota rota se quedo dormida en su azotea, una colilla besa enamorada al caracol, una oruga verde se ha perdido en el casco antiguo, una gota de agua ha salpicado al anillo perdido, la libélula se acostó con la hoja seca y acaba de despertar con sus ramas rodeándola…

Amanece mi imaginación.

¿Quién soy ahora?

¿Quién?

Tengo pendientes dos cigarros y medio


Crítica autodestructiva:

¿Y a quién le rezo ahora, si no tengo dios?

viernes, 14 de noviembre de 2008

No todo solo son olivos en Jaén


Pantalones serpenteando en mis rodillas, con dos palabras escritas en clave de un dilema, y un lapso que no se como ha pasado, porque quizá no lo haya hecho. Ósculos que saben a todos los colores, caricias que rozan miradas de todas las fragancias, y manos que son áspides y recorren todas mis hechuras. Dos cervezas y un tinto esperan lágrimas de cocodrilo para olvidar, ahora me río de ellas.

Quique nos espera con una guitarra que no suena, una canción, solo una por favor… Ahora todo me da igual, porque no hay un todo, por fin, solo hay un nada en el tiempo, sentir que estábamos separados, pero que nunca habíamos estado tan cerca, y tu cintura que baila en mi mano, que fue interrumpida por un bailoteo de la tuya.

Un beso perenne, un roce, y la congregación de tu boca y la letra de mi canción. Hoy se acabo el quebranto, la tribulación, la desdicha. Hoy se acabo la aflicción, la nostalgia, la melancolía. Hoy ha empezado otro poquito de de todo, y otro de nada. Y ahora sigo fumando de felicidad, y ahora algo que preguntar, otro sopesamiento que se llevará el viento hasta que un día llegue tu boquita con un dictamen aguardado.

¿Para qué coño te he querido hasta ahora? (No es a ti, cariño)

Unas escenas de matrimonio, un pitillo apagado, otra de las formas que aparecen en los mapas que dibujas cuando te desnudas, y poco más que contarte…

(Ya son dos cositas)

Y me da igual, te voy a comer entera de todas formas…

miércoles, 12 de noviembre de 2008

Solo mía...


Mi libertad es solo mía. Si me desnudo en carne viva, no sé si escaparás. Si te digo abstracta, te encarcelo en la irrealidad; si me enamoro de ti, te recluyo en mi ansiedad. Tus alitas cortas no quiero romper, tus alitas rotas quieren ser las de gaviota en el mar, y navegar rasantes a los espejos de sal.

Guardada en una cajita llamada “fe”, conviviendo con la soledad, eres la única que queda. No fuiste una elección, buscarte en la utopía fue la única selección que tuve en un dilema proscrito.

Tengo tantas preguntas para ti, tanto que decir. Me han contado tanto sobre ti… Ansia de subsistir, anhelo de tu libertad, en el libertinaje de todas las palabras. Expresarte, ¿Cómo?, por eso busco en lo intrínseco de algo, que está dentro de alguien, que puede que sea yo. Paranoia: una palabra más…

Romper es el verbo que te tengo preparado para otra represión adherida a tus cadenas, que están aferradas al miedo a marchar. Alas mojadas, en una tarde de abril, que puse todo un mes de junio a secar, y solo un poquito, se pudieron escurrir. Tranquila, el óbito se acerca y pronto te podrás desencolar. La muerte es otro símil en el que te puedo enjaular.

Enjurarte tu albedrío resulta paradójico, pero ¿qué eres tu si no, más que un contrasentido itinerante, que quita la existencia y la da?¿Por qué no luchar contra lo abstracto? Buscar un beso tuyo y naufragar en mi propósito, y caer perdido en un arrecife lujurioso en el que solo puedo alimentarme del afán.

La puerta que se abre, siempre se cierra; un todo que empieza, y que se compromete a romperte al consumar. Buscaste en todas las ventanas de espíritus perdidos, y desalentada, te sacrificaste en tu antónima condena. Tuviste esperanza en un todo que ya, no existe. Nunca naciste y ya vaticinan fusilarte, quizá por esto te aprehendí en lo que no quiere existir, quizá en mi...

Ahora la euforia llega a tu ser, o lo que sea, porque ya no te puedo abarcar. Tus cadenas me pesan, y yo, nunca volveré, y así, tú tampoco podrás regresar. Despídete en la pesadilla de esta noche, ámame un poco, como yo te amé. Acuérdate de mí cuando navegues por está pequeña orbe, sigue buscando lo que no has encontrado, vive en esa quimera en la que ni yo, ni nadie, podremos soñar.

¿Por qué nunca me lo había preguntado? ¿Se puede luchar contra lo abstracto?

Mañana no estarás aquí.

Ovejita descarriada


Descarriaste mi camino, y ahora no puedo evitar odiarme y odiarme a mi mismo. Y sí, me hierve la sangre al escuchar palabras de tu boca, y sí, hago añicos los cristales cuando dejo de verte en mis ojos (en mis ojos). Escuchar canciones que me comen poco a poco por dentro, y se me hinchan los ojos pero no, hoy no, ya no, ni mañana, ni nunca, se acabó. Ahora andamos como pollos sin cabeza, porque nos descabezamos nosotros mismos; nos agostamos, nos torturamos, nos tañimos, nos lisiamos, nos sajamos, nos degollamos, pero eso sí, nos sentimos.

Aun me queda sangre que repartir, aun me quedan noches en las que fumar más y dormir menos, aun me quedará un vocablo más sucio que desatar. Me he salpicado con tu sangre, esta, me ha quemado la piel, y en este momento, este dolor escribe las crónicas de un amor que más que duele, atenúa; que más que dice, calla; que más que llora, canta y habla; y que más que responde, pregunta.

Las odas que canturrean las nubes por la noche, solo ladran palabras inútiles una vez más, las dosis de palabras que vienen a redimirme, conversan conmigo, si pueden, y huyen asustadas. El papel perduró blanco lo que duró el soplido del niño a la mosca, hoy, no escribo yo. Seguirán cayendo las hojas del calendario sin encontrarte, seguiré tirando los días a la basura. Consuelos de palo y hojarasca, consuelos de un otoño cansado.

Esto no es más que un camino en espiral, un cigarro que expirar, una boca que auxiliar, un refugio sin terminar, una forma de matar, un cenicero lleno, un mechero que prende con veneno, una mala temporada del centeno, una lagrima menos, la muerte de otra hada, el tangente corte de una espada, una boca coaccionada, el principio de una arcada, la esperanza ahorcada, una princesa sin rana, un beso de poca gana, el enredo de un ovillo de lana, la primera cana. Un solo nombre...

La tuna sigue cantando en tu ventana, pero no está contratada por mi, mi corazón está en el paro de la apoplejía que causo la aversión anoche. Execrar momentos de la batalla, huérfano de la hilaridad y la suerte, a las que yo mismo guillotiné. Buscaré dentro del papel lo que no se manifiesta en palabras, sino en letras. Preguntarme día sí, y día también, ¿y mañana qué?, y despertarme mañana no, y mañana tampoco con tu ausencia y la de ella.

Si la verdad duele, la mentira también; si el diablo habla, yo también; si todo me tienta, a ti también. Comienzo a teñir las canas de un corazón viejo, a drogarlo para conservarlo, a darle hebra de cenar. Mátalo, venga mátalo, que delataré tu asesinato en el Juzgado de mi Razón, y quedarás encarcelada en tu propio corazón. Quizá me intente adelantar, quizá…

Ya sé que no lo puedo evitar, que seguiré siendo un kamikaze enamorado. Paranoia reprimida en la intimidad de mi cuerpo. Dos opciones: morir, o volar.


Pudrirse cada noche de luna nueva…

martes, 11 de noviembre de 2008

Preguntas verídicas

...

¿Preguntas retóricas?

¿Vienes conmigo?

¿Quién quiere ser yo?

¿Quién eres?

¿Qué te pasa?

¿Qué me pasa?

¿Qué nos pasa?

¿Estás llorando?

¿Qué es lo que puedo ofrecerte?

¿Está usted ahí?

¿Te da miedo que lo haya hecho?

¿Qué es lo que tengo que entender?

¿Eres de verdad?

¿Por qué eres así?

¿Por qué nadie se pregunta si el humo se moja?

¿Dónde está el mechero?

¿Para que preguntas?

¿Dónde está la fórmula de estar y no estar?

¿Qué es algo que te hace dudar, pero que se equivoca?

¿Quién eres hoy?

¿Quién soy hoy, si no quien tu quieres que sea?

¿Y quién soy ahora?

¿Existe todo?

¿Y de todas formas, para que preguntar?

¿Esperas alguna respuesta?



¿Dónde está la verdad?


lunes, 10 de noviembre de 2008

Preguntas hipoteticas

¿Por qué?

Por nada.

¿Sigues ahí?

Puede…

¿Sigues vivo?

Sí, un poquito.

¿A qué hora?

Temprano.

¿Por qué?

Porque no.

¿Falta mucho?

No.

¿Dónde vamos?

Donde quieras.

¿Vas a venir?

No se si me dejaran…

¿Qué hacemos?

No lo sé.

¿Te quiero?

No.

¿Me estás escuchando?

Sí, sí…

¿Te duele?

No, no mucho…

¿Esperas alguna respuesta?

Yo que sé.

¿Qué buscas?

Un poco de todo, y otro de nada.

¿Qué desea?

Un deseo

¿Algo más?

No, dime cuanto es.

¿Tiene cura?

No, desde luego que no.

¿Me perdonas?

Siempre.

¿Me enseñas a vivir?

Solo un poquito.

¿Fumas?

Eso intento.

¿Estás con alguien?

Ahora mismo contigo.

¿Perdona?

Lo intento.

¿Eres tú?

Eso creo…

¿Vale?

Bueno…


"Preguntas embarazosas, respuestas anticonceptivas"

Y esta mañana, por fin, encontré mi canción

domingo, 9 de noviembre de 2008

Formulas de vidas

Ese niño nació muerto, y nació sin un pañuelo debajo del brazo para secar sus lágrimas; él nunca se las secó. Ella nació sin nacer, nunca nació, y la vida la envolvió en sus garras; nació con los labios pintados. Él nació en cualquier sitio; el nunca encontró, solo buscó; el no tubo padre, ni madre; él salto por un barranco y no encontró el dolor. Él nació por ella, vivió por ella y murió por ella, y ni siquiera creo que viviera. Ella nació después, no se, creo que nació después y ella solo quería nacer, y puede que lo hiciera.

Él quiso, y quiso, pero de momento no pudo; él recibió golpes, ataduras, estuvo solo, muy solo y ahora es… tan así… Ella nunca supo nada, ni quiso saber, porque siempre lo tubo todo, pero no tubo nada, entonces quiso ser equitativa, y al no poder vivir, matar. Él lo intento, pero no lo dejaron, el empezó tarde y acabo muy temprano, él intento ayudar, pero eligió molestar. Él nunca lo intento, porque la tubo a ella, y sin ella, ¿Qué?, ¿que podrá hacer sin su propia vida? Ella fue interrumpida, o creo que así fue, pero ella puede que siguiera su camino, puede…

A él no le quedan esperanzas, está atado al consuelo de vivir, queriendo y no pudiendo, se le pudrió el corazón, ya no le queda de eso. Ella creyó sufrir, ella creyó saber su problema, ella creyó conocerse, ella creyó tener, pero solo lo creyó. Él no pudo ser él, él fue encarcelado por sentir, él busco que se le pudriera el corazón, pero no encontró, solo consiguió que se le humedeciera. Él fue, es, y será feliz con ella, él decidió bien, él eligió dentro de un amplio, pero escaso repertorio, pero él supo serlo, siempre… Ella tuvo muchas vidas, por lo menos eso pensé, y quizá fuera feliz, quizá, pero solo lo supongo.

Él degolló a la vida, con sus palabras, con sus hechos, pero lo hizo sin querer, lo hizo sin haber intentado ni siquiera amar. Ella vivió, vive, y vivirá así, porque decidió acostarse todas las noches con la crueldad, y se enamoró fuertemente de ella, pero esta, la matará. Él sigue buscando esquinas en las que seguir buscando, siempre con un siempre en la cabeza, siempre de la mano de un sentimiento sin nombre, él busco un mundo lleno de caminos… Él está tirado en la cama, pensando en ella, abrazado al amor, abrazado a sus recuerdos y enamorándose más y más del tiempo. Ella seguirá cambiando así, o eso supongo.

Guiados por el mismo patrón, solo queremos vivir, y a veces no podemos. El mismo humo, la misma sangre, las mismas lágrimas y casi el mismo corazón. Solo somos habitantes de la misma calle, una pieza más del rompecabezas, solo un estribo más en la trenza, solo somos apagones de ceniza.

Solo somos vida. Préstame un cachito.

¿Por qué somos… así?

miércoles, 5 de noviembre de 2008

Sueños sumergidos en ilusiones que se ahogan y hacen burbujitas...

Cucharillas hambrientas de caldo, el país sin estado, y ese cosquilleo en mi estomago que me acompaña a vivir. Una nube en forma de V sale de mi boca, y una ausencia más que invisible deshace lo mordido. Un órgano sin cabida cavila en mi cuerpo, una foto desteñida en la pantalla del ordenador, y un caminante cojo e indeciso pensando a donde va a ir a parar. Un arraclán en lo mas bajo de una roca, esperando su cena, con unos ojos que se iluminan en la oscuridad y con las gafas empañadas en pavor, y unas campanas que suenan a deshora en la Torre Drama por un muerto más.

Un padre que llora en su habitación, por desmoralizar a la ética, con un tablero de ajedrez a su espalda, pensando en deslizarse por las esquinas, arriesgó, y se lo comió un peón. Un verso en francés que lava una emoción en la tormenta, un rayo que rompe en dos la caricia trovadora habitante en su habitación. El canto de un gitano viejo, que quiebra la voz del silencio amargado, bebiendo crema de ron. Un saco de lágrimas que cae al suelo, y se rompe, haciéndose sonoro como el cristal de bohemia que se rompió en el ojo de aquel gato negro ese sábado nublado.

Un reloj de arena que grita, esperando la hora de enfrentarse a la realidad, una niña gimoteando a la hora de abortar. Una guitarra que toca la canción de la canción, y una cuerda que sube por mi balcón que busca al tormento, por si algún día está.

Pan mohoso que corre en busca de amor, o lo que venga, y verde está la escarcha en el chaflán de mi bañera, y vive la espuma que alude su melena jugando a ser pasión. Chufas machacadas sobre la mesa, todos las miramos, esperando que hablar en la copa de una estufa, una copita de vino por dedo que se empine en una madrugada drogada de sucedáneo de licor. Se puede caer y se puede romper, la cañada espera un lozano sol, y una barca vacía rema en las Lagunas de mis Pensamientos.

Un rabino sentado en la acera de una calle moderna, con la boca en duelo con su razón, y un jacobino que encuentra la exaltación en los latidos del pecho abierto de la humanidad, y a mente cerrada, abrió el cofre del cosmos, como una caja de Pandora a ver que salía. En la provincia de la rama de un árbol está escrito un nombre, en la corona de tu pelo hay un gusano, en la columna en la que me apoyo, se dibuja el estribillo del jirón de la pluma de una paloma que escapa por mis orejas.

Hoy te esperaba plof, pero dentro de mi pecho escuche un boom, que te estremeció cuando tu boca hacía tic-tac, y mi ánima se desplomo al suelo emitiendo un buaf, tu boca se dio la vuelta diciendo ¡ains!, pero en lo más intrínseco de mí sonó un clack, y a tus oídos llego un ¡muac!

¿Cuántos sonidos y ruidos puede emitir la afasia?

martes, 4 de noviembre de 2008

Excusas


Una excusa más para seguir viviendo, una excusa más para dudar de lo que pienso. Mi mente es un atasco de emociones quejándose de un solo sentimiento, aparcado en el centro de mí, ahora me pregunto que haré cuando se halla ido…

Una excusa más para que huya el desaliento del amor de esta cruel avenida invadida por síncopes eternas. Seguir llorando en mi ventana, mirando al cielo, que solo es una excusa más, que solo es una fábrica de estrellas idénticas, por eso sigue iluminándome esa lucecita imperfecta, y no se si seguir llorándote más, lucero estropeado, porque no se que excusa te pondré si se me acaban las lágrimas. Seguiré pensando que suspiras por cada uno de mis lamentos, por cada uno de esos pensamientos gritando.

Continuaré viento en popa navegando, hacia la deriva, buscando conocer un cielo nuevo, pero aquí no veo tu luz. Soy un marinero cansado de mojar la tierra de cerveza y llenar el techo oscuro de humo.

Una excusa más para preguntarme si mi vida no es más que un contratiempo, un examen de reconocimiento al tiempo, para ver si es conciente de que tiene el corazón podrido, que sus manos se las esta llevando, a pedazos, el viento, y que sus ojos se quedan ciegos buscando una excusa más para mutilar al presente.

Y una excusa más para seguir pensando, que mi vida no sabe si tuvo comienzo, si sigo palpitando, mientras en espiral, el humo sigue su ascenso. Que la ruina de tus ruinas se siguen acordando que también mueren los sentimientos, cuando voy buscando sus escombros, camino de llorarle a otro muerto.

Hoy me conocí, como a uno más, como rutinar un estrecho camino que antes de dormir me asfixia. Rumiando recuerdos me alimento de mi mismo en una triste flaqueza que va arruinándome en suspiros que te debo, pagados con algo más que excusas. ¿Cómo voy a conocerte, si me matas con una excusa más? Solo siendo una confusión errante dentro de un laberinto de espinas.

Una excusa más para mentir, diciéndote que esta frase es otra herida. Fin de aquel incendio que quemaba todo mi arrepentimiento, perdido en la calle Bar Sediento, fin de aquella trama en la que me quería convencer, perdida en arcenes de carreteras corroídas por el paso del lóbrego Tren Extraviado, fin del trayecto.

Quebrando guijarros en la vereda de la mendacidad, sigo buscando alguna manera de tropezar con una perogrullada en mis entretelas, olvidadas en las briznas de este piélago roto por un céfiro de vesania. Un crepúsculo más a la orilla de mi cama, pensando algo dispar, pero parecido; algo lleno, pero desierto. Otra excusa más, otro pesar, que cada vez pesa más en mi regazo.

Dame otra coyuntura más para buscar otro pretexto para existir, quiero otra brecha en el alboreo de otro amanecer en el que indagar otra excusa más para no regalarte, condéname en la postergación si te entrego un cuento más.

Lapida con tu fulgor, otra excusa más.

jueves, 16 de octubre de 2008

Y sin embargo la quiero

Suspiro encadenado


Locura que me llamas desde un horizonte cercano, se que te envía a buscar mi latente suspiro que ya anda encadenado a ella, que me lo quiere sacar de sentimientos sangrantes dentro de estos ojos inyectados de dolor, sin olor, sin color. Dile que me perdone por querer odiarla y no poder, dile que me perdone por hacerme sentir, hacerme llorar, simplemente, por hacerme vivir. Un suspiro esperando la respuesta para entender su vida, tirado en la parada de un autobús espera esa utopía que nunca llega, ese suspiro abandonado que espera embalsamado en humo, encadenado a una libertad que esta encadenada a la inexistencia, encadenada a una soledad relativa que corroe mis pasos en un camino de rosas negras. Y tatuó su vida en mi piel” solo con llanto. Ahora muere el suspiro en sus brazos, empieza y acaba por ella, ella empezó y aun espero un desenlace del odio a la realidad, que se le escapa en suspiros y ausencias ensimismadas en ella misma. Ya que me enseñó un poco a vivir, que se enseñe a ella misma. Hacerse el muerto no es la expresión más adecuada, pero es la primera que me viene a la mente.

Ella no vive, solo lo intenta…

miércoles, 15 de octubre de 2008

El invierno de mis palabras

Mentiras…

Mentiras que empiezan ahora, y ojala, me mientan y no tengan fin. Las palabras de soledad de algún lugar recóndito de mi ser, o estar, llamaron a la puerta de un papel descolorido y también quisieron ser, o estar. Les di sentimientos, pero estaban solas y encerradas en un triste papel, convertido en párrafos mojados, convertido, en ella. La soledad llamo a la puerta de la puerta de las palabras tantas veces que las intente contar,que ahora cuento. Por eso estés donde estés, seas quien seas, ahora te empiezo a hablar solo un poco, solo una caricia en las rosas mejillas de tu alma, rozando el olor de la luz de tus ojos leyendo una pantalla vacía, pero llena, y viceversa. Ahora, atraviésame con el pensamiento, hazme sentir que soy, o estoy, que es lo que pretenden mis chiquitas palabras con su poquito de calor en este duro y frío invierno. Porque te hablo a ti, porque me hablo a mi.

Esto seria como “una dulce introducción al caos”

Esto eres tú.