miércoles, 10 de junio de 2009

como kamikazes enamorados...

domingo, 5 de abril de 2009

Si me siento lo suficiente mal al descubrir un poco más, merezco desplomarme lentamente...

(Espasmo...)


Carroña de caballo resalta en la cama por las tardes entre el olor a podrido de su cigarro apagado, medio roto, mojado. En un ambiente típicamente descriptivo (cualquier cama casi metálica, cualquier sombra de cualquier tarde, cualquier color entregrisaceo, y sí, un hombre cualquiera, un cualquiera), mientras los edificios entran por el balcón rejado, en el que siempre riega los mismos barrotes en punta. Había algo: miles de ojos entreabiertos , somnolientos, disimulando, los miraban de arriba abajo, ojos escuchando las fálicas agujas del reloj.
La sed de sangre corría por sus venas, hinchadas, casi coaguladas en la punta del machete. En su ajuste de cuentas particular, él siempre pensaba que ganaba , mientras ella se terminaba con la punta de los dedos por debajo de lasa sábanas. Un aburrido ritmo anticuado estimulado por su batuta en un último reventón.
Los terceros invadían la franja de la cama, rodeando su cabeza con los rifles cargados en punta, a punto de disparar. Este último no se llamaba, no era, simplemente avanzaba sus soldados poco a poco, atacando con voluptuosas balas de pecado, de deseo carnal. Solo de pensar en él, en su sexo, se dilataban las paredes de la habitación.
Si penetrabas por sus grandes niñas negras, a través de los oscuros barrotes que rodeaban sus ojos (para toso esto hacía falta choques frontales contra el cosmos de sus pupilas y...) podías ver sus más palpitantes gemidos, y escuchar la oscuridad de los callejones en los que se perdían.
Se vestía rápidamente, sin mirarlo, mientras él miraba por el balcón, otra vez viendo lo de fuera. Se levantó, abrió la puerta, él se volvió, ella lo miró, él preguntó y ella respondió:

-Mañana vuelvo.

lunes, 30 de marzo de 2009

Tintes camaleónicos hablan con las paredes preguntando miles de paradojas irresponsables que se escapan de sus pequeños y acelerados lugares de entre las yemas de los dedos. ¡Corran polígamos, corran!, repiten una y otra vez saltándose tildes, verdades, gotas de absenta... ¡qué pena! Y volviéndose de varios tiznes de blancos negros y grises azulones se hacían viejos los disfraces, y se vestían las paredes de dulces relaciones con toda la fauna social de aquella estancia cuadriculada donde se escondían todos estos paralelos mundos.
La tila se adueñaba de los ojos de los comtemplantes de este cubículo cuando ¡plof! cayó sobre la estancia una polla de sativa gritando a puro pelo "¡Quiero mi comida, quiero mi comida!". La gente la miraba mientras pensaban que en tiempos de crisis la sociedad está muy desestructurada emocionalmente, y tiraban onzas de chocolate a la polla saltarina para limpiar sus consciencias. Los camaleones se mostraban vistósamente ante estos gritos de conciencia, reflexionaban, y secuestraban a la polla.
La conciencia queda limpia, y la polla se esconde con los camaleones...

¿Con quién hablo?


"Dejadme de hablar, no me hace reir, la gente normal se podría morir, lalalalalá..."


jueves, 26 de marzo de 2009

El escalafón que faltaba para llegar a la ambrosía de los idiotas, de los irreverentes mal cosidos, a los que llegaron a ninguna parte sin deber haber llegado, el juego de la literatura con sus inertes oídos, palabras derrochadas, tanto dichas como escuchada de ellos, son ellos.





"Son ellos, reconozco su marca, su sello, no saben disimular, vienen a por mi cuello"

martes, 24 de marzo de 2009

¿Vivir en una confusión erronea es la solución?




Tengo una muñeca

vestida de piel

con sus balbulitas

me ha costado cien.

La saque a paseo

se prostituyó

la tengo en la cama

con mucho dolor.

Esta mañanita

me dijo el doctor

que le de caballo

bañado en calor.

Dos y dos son cuatro ,

cuatro y dos son seis ,

seis y dos son ocho

y ocho (¿qué decís?).

Y ocho , dieciséis

y ocho , (los fantasmas que hay dentro de mi).

Animas malditas,

las expulso yo.

Tengo una muñeca

vestida de piel

la boquita abierta

hecha de látex.

Me comió el capullo

y me lo arrancó ,

me meto en mi cama

desangrándome.

Dos mas dos son cuatro ,

cuatro y dos son seis.

seis y dos son ocho

y ocho dieciséis

y ocho veinticuatro

y ocho treinta y dos ,

estas son las cuentas

que he sacado yo...


Luego Tanya rodeó con las manos la polla de Mike. El gemía de gozo.
Luego la arrancó de cuajo. La tiró a un lado.
Vi el chisme rodar por la alfombra como una disparatada salchicha, dejando tristes regueruelos de sangre. Fue a dar contra la pared. Allí se quedó como algo con cabeza pero sin piernas y sin lugar alguno a donde ir... lo cual era bastante cierto.


Charles Bukowski, La maquina de follar.

lunes, 23 de marzo de 2009

Moribundo y estúpido nos esperaba Cramberry, sedienta de alcohol en sus venas: Sedienta se sentía la quimera que amamantaba a un mundo fagocitado por pequeños seres, pequeños vivos que subyacían de cualquier lugar de las ubres de esta alucinación que se iba envejeciendo, que solo te quería ver crecer junto a un ideal injusto en busca de lo imposible, ¿tú eres imposible? ¿tú lo serás?
Mírala, tan roja como siempre, bebe bebiéndose, y su mismo nombre, bebe para olvidarse, bebe para rendirse, bebe esperándote, misericordiosa Cramberry, no te preocupes si algún día eres feliz, no te preguntes si algún día llegaré a ti, mi pequeña ciudad. Beben de sus ubres los cachorros de la quimera, sabiendo que su leche es veneno para sus bocas, sedienta, bebe y bebe; (de Cramberry y) de sus tetas.


"Dejaré de llorar palabras la mujer que amé se convirtió en fantasma, la busco en los rincones, pero me di cuenta que solo yo soy el lugar de sus apariciones..."

domingo, 22 de marzo de 2009

El pánico comienza a apoderarse de ti cuando menos lo esperas, tecleas y tecleas, y no dejas de teclear mientras el pánico poco a poco va poseyendo estas palabras sin ni siquiera ser consciente de ello, el pánico recorre los dedos, el pánico exagera, el pánico te va quemando mientras esperas.
El pánico, el pánico, el pánico.
Él.


El pánico mata.
Largos percheros oscilan de un lado al otro del muro, una otra, y otra vez. Colgados los abrigos de famosas siluetas que lastiman al ojo, que lo ensimisman volviéndose víscera. "No me interesa, no me interesa", repetían veces y más veces, y se sentían solos, cada vez más solos. Ojos sin cara, ojos desnudos, ojos hambrientos, ojos urgentes, ojos cada vez más solos, más que ojos, más que ellos. Se apagaban paulatinamente mientras el sol se incendiaba quemando corneas y corneas, las niñas se escondían en tonos más sucios, más pervertidos, y los abrigos, alocados, presenciaban el momento colmen del día: los ojos, se habían cerrado.

jueves, 19 de marzo de 2009

***

Los cambios efectuales se sitúan en el epicentro de un lugar ternario en un símbolo completamente mediático. A destiempo, te sorprenden situaciones fuera de contexto que rivalizan con tu enorme y triste pasado, aquel que se pregunta "¿por qué?". Después de esto, es curioso, juegas con los tres tiempos verbales y cierras la puerta. "Siga el recorrido y tuerza a la derecha", luego, continúas contrariando por la izquierda, y pasas la calle sin revatir una ración de desequilibrados insultos que la gente escupe literálmente, de pasar deliberadamente de ellos, de evadir este odio dirigido hacia ti, sigue.

***

Psicoanalistas de bragueta analizan la situación. ¿Valores? ¿Sentimientos? ¿Acciones de bolsa?, siendo franco, todo se ha vendido ya, "todo el pescado esta vendido", te decían, mientras que seguir despotricando era la mejor manera de rellenar el hueco, de rellenar al cristo, de rellenar el pavo. Las clasificaciones eran graduales: llegó el momento de aprendérselas como la tabla del seis. Ser imperfecto, ignorante y pobre, que cualidad...

***

En el transfondo del sueño vagaban los cuentos a medio contar, las astas del hastío, el fulgor del abrigo de la lujuria (curioso personaje), tras ellos y más, rebuznaban los buitres, ansiosos de carroña infeliz, escatimando conceptos y preceptos, cotizando las subidas de famas y faros de revuelta, jugando con la sucia agonía, moralizando. Mientras, una colonia de seres unicelulares y microbios dedicábanse a jugar a la oca, cantar, tocar la guitarra, saltar, enmarañarse...
Sí, escatimarse, sí...

***

Es ridículo, ¿no?

***

miércoles, 18 de marzo de 2009

El lamentar no estar aquí, la sensación del malestar, de protestar por ser un cáliz, un calor ágil. Dentro, tu cuerpo, fingiendo plasmarte en el arte del recrear la condición del perdedor que piensa ser bambi, ser otro mártir, solo ser alguien, ser un presagio. El retorcer la potestad, reconocer la facilidad de demostrar que te retrasas, llegar a casa mientras te esperan cuantiosas excusas que rememorar. Voy a gritar la tempestad que me hizo llorar, mientras tanto mirar reflejos en las calles, caras y trajes haciendo masajes en las arenas que hunden los valles, que alzan los coches. Cansa caminar sobre el entender de este lector que busca laxantes en textos que encienden los faros del flujo mental, ramificar esta materia que se hunde en arterias y en nivel viral, el nivel viral que te hace escapar de esta ciudad, de la realidad, de la potestad, de la caridad.
Me voy a acercar a tu ojo glacial, artificial, por no decir lácteo. Impersonal, voy a escupirte en esa retina con labia atractiva...


Voy a escapar, voy a escapar, voy a escapar, voy a escapar...

lunes, 16 de marzo de 2009

Solamente se oye el sonido de “clamb-clumb” de los zarpazos que recibe el alquitrán entre miles de “clamb’s-clumb” rezarpando y rezarpando. Un foco de neón oscurece nuestra triste iluminación diurna, mientras que caemos barranco abajo, sin saber que escribimos la última vez en las páginas del cuaderno, sin arrepentirnos de nuestras absurdas palabras intentando ser originales. Es tan fácil mirar al cielo y decir “que buen día hace” y es tan difícil “sonreír” siendo original. Estamos en el mejor momento para que nuestra ira recaiga sobre los dioses y rompamos con la actualidad, con la pieza que falta, y con la realidad.

Quizá tuviera tiempo para ser niño…


"I think I'm dumb, or maybe just happy, think I just happy, think I just happy..."

jueves, 12 de marzo de 2009

Sex appeal


Si, yo soy. Soy esa repugnante manera de mirarte a los ojos y que te congela lentamente los escalofríos más intrínsecos de tus vellos, el vello púbico erizado con las sucias palabras que salen de mi boca. El vivo objeto sexual deseado por todos y amado por nadie, la saliva saliendo de entre labios secos, el humo de esa boca hace la forma de un aro mientras te miro, y te miro, y no te dejo mirar, las cadenas que enzarzan tu vista poco a poco hasta caer literalmente en la mano del diablo, en el veneno de mis huesos que se te apegan a tu piel como un cáncer, como un cangrejo retorciendo sus pinzas en tu odio hasta destensarte y hacerte llorar, como un puto niño.

Soy la fría ventolera susurrante que rechina palabras entre diente y diente vendiéndose poco a poco por el más preciado zafiro que reluce entre… las piernas, verte sufrir, humillarte, sentir mis pies aplastando tu cuello mientras sangras deliberadamente inútiles palabras por tu boca. Soy el suelo teñido de lágrimas, las sabanas de semen, la gota de orina que va bajando por tu mejilla y que va callando lentamente hasta llegar a los pelos de tu pecho.

Después, viene la llama de arder en esos roces ambiguos que destapan las mascaras que cubren nuestras miradas, el despilfarro de expresiones inútiles que extraviamos constantemente, y sí, también soy el brillo infantil de tus jóvenes e inocentes ojos engañados, soy la mala tentación que te produce el movimiento de mi boca al pronunciar, la sexualidad de esas mentiras, el rencor que guarda mi asco a esta putísima vida, el puñal que reluce en todas las espaldas de los hombres, de carmín, así como enrojecido…

Soy las últimas visiones borrosas de tu embriagado sentido del humor, la risa falsa que retumba en tus oídos y que os engaña a todos los mortales, soy la caricia de cordero, disfrazada de lobo, que toca hasta lo más profundo de tu… ¿interior? La putrefacta sensación de vacío que embarga tus sentidos momentáneamente, que te bloquean. La consumación del acto ilícito que es el vomitar, o el escrutar ideas que pervierten las mentes, soy la mierda que necesitas, la heroína personificada, la mugrienta dependencia de esta guarra droga.

Soy la costra que se despega de tu piel y te hace reabrir las heridas, el tacto de ese flujo sanguíneo poco coagulado, la imagen de la aguja de la jeringa entrando en tu piel. Soy tu lepra, los cachos de piel que se deshacen en el suelo descompuesto, soy las moscas que los rodean. Ese sarro que cubre tus dientes, la suciedad de tus manos usadas, rebosantes de sexo, de flujo, de, lo que sea eso.

El hedor a sudor sucumbe tu olfato, te atrae, te apega a mi y a mis lésbicos símbolos fálicos, ahora se va perdiendo tu inocencia lentamente, vas tomando esa cara de buitre, de ave de rapiña: empiezas a picotear mi carne podrida. Una vez más, vas muriendo poco a poco junto a mi, vas suponiendo esa falsa sensación de control. Guapo, no tienes ni idea.

Al día siguiente me llamas, volviendo a pedir tu ración, y dudo si volvértela a dar, “¿por qué no?”, no sabes cuanto más, no sé cuanto más, pero un día lloraras, te retorcerás, romperás tu cabeza contra las paredes, buscaras alguna droga parecida, y al no encontrarla, lloraras, sufrirás por no sufrir.

¿Yo? Soy la mano que recorre tu muñeca antes de arrancarte las venas como si fueran cables, las nauseas de tu masa gris palpitando, el calvario que sufren tus tripas cuando las saboreo poco a poco con mis zarpas.

Yo, soy una puta de Medem.

miércoles, 11 de marzo de 2009

Retrofuturama



¿Te hace un chute?


¿Dónde está el pequeño comerciante de palabras que se basaba en el antiguo trueque para cambiar todas nuestras ideas, todos nuestros textos, y toda nuestra vida bursátil? Y ni si quiera sabemos donde quedamos ni donde quedaremos. Son símbolos, uno tras otro los que llenan… ¿qué llenan? Se acabaron los símbolos rutinarios y agrarios que terminan llenando el vaso poco a poco, y esta vez no rebosará, no, esta vez reventará.

El caminante se hizo camino, porque su camino no se hacía al andar, y es el tacto de una pared de groteliee la que raspa nuestra mano y nos despierta de nuevo en medio de una escaleras puestas al revés, con barandas diagonales, barandas circulares, barandas estructurales, y el niño, al que nadie le había enseñado nada, fue creciendo escaleras arriba y abajo siguiendo el camino de píldoras que le habían trazado escalón tras escalón. La droga se hizo dulce en las escaleras del revés.

Lleno de luces el techo, en el pasillo de un hospital. El niño se hizo hombre de tanto vomitar. Sobredosis. Luces cayendo del techo regurgitando sonidos al intentar cantar, mientras a la espera de un resultado, a la espera de esa mejoría de vida que el niño quería recuperar, lo esperaba una aguja punzante, dispuesta a dialogar. “Hágase de rogar idiota, hágase de rogar”, por el pasillo de urgencias las cabezas se hacen rogar, y ruedan, y ruedan, hasta llegar a la sala de espera y se vuelven a sincronizar.

Rebozan los símbolos y metáforas, revienta la falsedad. Y en los países las palabras, otro golpe dictatorial. Caen las descargas en el pecho, las frías manos del personal, mientras dominan y dominan las masas, las masas de la humanidad. Guantes de látex recorren gargantas, esófagos, laringes, pituitarias, recorren el tabique nasal, y buscan palabras jugosas, las ideas que nos quieren robar. Somos enfermos mentales en búsqueda y captura los que conseguimos escapar, catalogados con cuantiosas etiquetas: Somos esquizofrénicos, paranoicos, bipolares, neuróticos, reaccionarios, deficientes, anormales o subnormales, por querernos hacer escuchar.

Tal vez, ni siquiera pretendamos nada, tal vez solo seamos otro puñado de etiquetas símiles a lo anterior: un grupo de enamorados, borrachos, jóvenes, solidarios, soñadores, revolucionarios, innovadores, vividores al fin y al cabo, que busquemos una manera de entrar entre las utópicas manos de nuestro señor macrouniverso sensorial, tal vez no busquemos buscar esa forma tan placenteramente efímera de rozar el placer, quizá solo seamos los renglones torcidos de dios, los hijos bastardos de Abel, y queramos manchar la camilla con algo más que sangre, con lágrimas y sudor.

Se me ha escapado una mirada por la boca. Tumbado entre sangre seca me miran desde alrededor, y las voces de mi ultratumba han dejado de sonar. Miro mi brazo y me estremezco con un estrepitoso escalofrío al verlo otra vez lleno de finas punzadas de verde azulado, ese verdor que pudre mis venas con asqueroso pudor. Me miran, los miró, y me vuelvo a echar a llorar.

Vuelta a esos días en los que las imágenes no se terminan de desarrollar, vuelta a la misma calle, con la misma gente, con las mismas cabezas rodantes, con sus relojes punzantes que suenan al ritmo del corazón, al ritmo del ejercito callejero capitaneado por el reloj.

Desnudo frente al espejo me vuelvo a ver, de frente. Me ha crecido el pelo, y me tapa el rostro a la mitad. Dejó de haber tanto humo en mi vida, y ahora, veo con menos nitidez. Me miró, me mira, y ya no sabemos a quien más mirar, si a ti, o a mi.

Ahora el símbolo soy yo.

(Boom)

sábado, 7 de febrero de 2009

¿Dónde está mi cuaderno?


Fue como tal, fue como la agonía irónica que murmuraba en el interior de una botella rota, y la cúspide de su boca desprendía un pequeño resplandor que respondía a tantas preguntas impersonales. Y nada venía a cuento cuando la botella emitía sonantes onomatopeyas que arrancaban suspiros de ese tipo de gente, que, sí, no eran más que eso, gente.

Cogía bocanadas de aire para intentar respirar, o algo que por lo menos, lo parecía, y ya se que parece inútil hablar de una botella, pero aquella botella tenía muchísima más vida que cualquier prole de borregos próximos a una muerte peculiar. El tema de conversación eran las conversaciones que ella misma mantenía en sus más íntimas oquedades, ella hablaba, y hablaba, y hablaba y no pretendía decir nada, y sin embargo…

¿Cuántas preguntas se te pueden hacer a ti mismo? ¿Cuántos los llantos que albergan una botella vacía? ¿Cuántos versos en italiano puede recitar un trovador? Pero el caso era estar desnuda de cara al mundo y el saber pocas respuestas a tantas preguntas inútiles, porque no preguntaba para saber, sabía para preguntar. Una lista, quizá…

“Cambio una gota consuelo por un canto acicalado” Le decía a almas en pena que vagaban por calles, avenidas o sepulcros, según como se vea. Largaba frases ingeniosas cuando estaba borracha y partía con tópicos de los epígrafes epigrafados. A su manera, recitaba algunos sentimientos que intentaban alinearse y ordenarse de alguna forma, pero casi nunca lo conseguían.

Lamentarse era inútil cuando le retumbaban golpes en el pecho a consecuencia de la adrenalina que le traían ciertas situaciones incomodas, y guardaba algunos secretos que a veces le introducían marineros de agua amarga, como aquellos que se tiraban al mar, de socorro, esperando que alguien los recibiera, aunque solo fuesen simples quimeras sin destino, sin un destino que carecía de ninguna clase de fe, y ella sonreía, consciente de ser una maldita botella, sonreía.

Tratando de descifrar su situación, el porque se sentía así, como un solo jugador para cuantiosas bandas que reclamaban, los polluelos pidiendo de comer a la pájara, los cipreses apuntando al cielo, y a tantas estrellas, ese continuo mareo que le estrujaba el cuello cuando de ella bebían, eso era, eso le tocaba ser, su rumbo cotidiano fuera de cualquier posibilidad de cambiarlo, o nunca lo supo.

Detrás del vidrio las cosas parecen más nítidas, pero allí quedaría ella, dando tumbos entre bar y bar, entre olores y humo, mucho más borracha que cualquier persona, siguiendo la estela del olor de las mujeres y escrutando minuciosamente las barricadas que se formaban entre las nubes al amanecer.

Y todo esto parece muy bonito, pero no, es la historia de una botella, no más. Solo un estallido de cristales más cuando se produce una muerte dentro de cualquiera de nosotros, el estruendo que crea la noche más perdida de nuestros alteregos, que renuncian confundidos a estar solos, y se van pudriendo poco a poco, paulatinamente, ahogándose lenta y dolorosamente en el gollete de la botella, de LA botella.

Caprichosos sonidos esclarecen los derrumbados muros que cayeron en la guerra, es esa refriega de sensaciones que dan revolcones dentro de nosotros, porque al fin y al cabo, solo somos eso.

Ahora, me levanto, me tambaleo de las nauseas que me producen hablar, o decir ¿o qué importa? Y me marcho de mi piel, cansado de buscarme en un mar de errores, a seguir estrujando más cuellos de botellas.

Hoy, merece la pena irnos de aquí.

jueves, 5 de febrero de 2009

Maldito tiempo que llamas a mi ventana en invierno, déjame volar a contracorriente hasta aprender a planear, quiero estar tranquilo, quiero irme a ese mundo paralelo que ofrece cuartas y quintas dimensiones (cuatro o cinco incognitas). Se que no las podré responder nunca, ni siquiera encontrarlas, pero no tengo miedo.
Hoy, no quiero ver más allá de lo que ven estos ojos (que ni siquiera son míos), hoy, el agua de este mar de deudas y dudas está demasiado fría, prefiero no nadar. Es invierno, hace frío, hace demasiado viento, que silba en mis oídos. Suerte que tengo siempre esa hoguera que me arropa y me calienta.
O no.

domingo, 1 de febrero de 2009

"Hay partida, miestras uno de los dos lo impida..."


Aquella mañana pasé miedo. Y aquello no fue miedo, fue terror.

Me levante contemplando que la anterior noche, mi lira había colgado en la pantalla del ordenador un papel roto que me decía: “La felicidad sí escribe. Hoy voy a nacer otra vez… (A tu lado)” Y descubriendo un nuevo mundo que se me planteaba como una ilusión esclarecida, fueron pasando los segundos colgados del vapor del té. Fue mañana y fue noche, porque ya no necesitaba ver, sino que el último retazo que quedará de adversidad en la brisa invernal de aquella mañana surcara viento arriba, y que el pestañeo de uno de sus tripulantes me despidiera con un pañuelo.

Pasaba el tiempo entre jazz y amebas, con nuevos y antiguos pensamientos, con un poco de tranquilidad, por fin, para poder hacer aquello. Llegaron sueños, llegaron cuentos y risas, llegaron besos y versos desversados entre el camino que una y otra vez recorren nuestras palabras, que eligen sus cruces, curvas y paradas en el transcurso de esa melodía que no puedo parar de escuchar.

Llegaron podridas las opiniones, los signos de interrogaciones, las suposiciones, los perversos juegos de verdades que buscan ser mentiras, las malas aficiones y rendiciones que quedan en desagradables caricias a nuestra propia piel. Esto, poco más o menos, esto y queda sin quedar pegado en los vacíos rincones en los que la memoria se empeña en punzar, haciendo que te duelan recuerdos que caen como cayeron las lágrimas en su momento. Llantos de niño, perdones y desperdicios, apologías que se convirtieron en esquinas de las habitaciones, calles o bulevares.

Entonces yo comprendo, pero al contemplar me encuentro con ese gesto que siempre buscan en las películas para hacer llorar, ese gesto que no pretende engañar, aunque en los mortales como nosotros, lo consiga. Dos ojos, una boca, que más que boca busco palabras para describir lo que fuera y miles de pensamientos que nadie sabrá cuales son, y entre mis entrañas que empieza a nacer esa sensación. Y no se si mi fortuna, o mi ventura, fue la que hizo que escribiera aquellas palabras en los sucios retales de mi roído corazón, pero algo nació, y no fui precisamente yo.

Abrió la puerta, la encajó y allí solo me dejó. El miedo ocupaba la mayor parte de la sangre que tenían mis venas, que con prisas me recorrían el cuerpo. Aquello fue como un picor en los ojos, un tembleque en las pestañas, trémulos los labios, una patada en el pecho, un cosquilleo doloroso en el estomago y algo más, quizá. Verdaderamente tenía prisa, aquello era como si fuese la última vez que fuera a ver esa habitación que santísimas cosas me había regalado, y yo, solo me limité a contemplarla.

Abrió la puerta, la encajó y llegó también con gesto de despedida. Se paró, miró por la ventana y volvió a mi lado. La besé tantas veces como pude, la contemple de arriba abajo, acaricié su cintura y me escondí debajo de su pelo, como si fuera la última vez, cuando me levanté, me abroché y me marché.

Ando con el pecho en movimiento, esperando el momento, sabiendo de que debo reaccionar en este argumento del cuento, en esta narración o relato que consta de todos nuestros ratos cada vez más vivos, y ahora se que debo reaccionar, que no se si podré elegir o tener que zarpar, que el barco se va, que el viento hoy, no esta a favor, y sin saber siquiera de acabo de nacer (junto a ti).

Hoy no me quiero despedir.

“Hay días que parece que nunca se va a apagar el sol, y otros son más tristes que una despedida en la estación. Es igual que nuestras vidas, que cuando todo va bien, un día tuerces una esquina y te tuerces tu también”

Hemos cambiado el concepto de inteligente, mientras unos pensaban que la inteligencia venía del conocimiento, otros pensaban que era la capacidad para poder realizar ciertos pensamientos.

Algunos pensaban…

jueves, 29 de enero de 2009

Esperaba la sorpresita.

Conversaciones con él…


Yo no soy yo, es mi vida la que se consume, y la tuya, solo somos los que dura esta conversación, y ni siquiera. Mira como nos hemos derrochado yendo por estos trasversos caminos, mira como se nos ha caído ese tururú que llenaba de alevosía todos los años perdidos por tantas primaveras hibernados, y nos hemos caído nosotros en este pozo sin fondo que desboca sin sentidos repetitivas veces hasta que como una burbuja… (Ploof)

Hemos sido y hemos dejado de ser, tan escépticos como nunca, innovamos, porque éramos ese matiz que tenían películas en negro y blanco, y no éramos precisamente el decorado, había gente, o algo que nos observaba. Rara vez quisimos ser, simplemente eso, ocupamos nuestro espacio, quizá no fuera el que nos correspondía, pero nadie nos robará, nada.

Siempre intentamos brillar en nuestra propia luz, aunque a veces no lo consiguiéramos y esto nos hiciera sentirnos como animales de circo, siempre drogados y dirigidos por los grandes, digamos. Siempre nos preguntábamos por la ausencia de Dios y de aquellos sentimientos que nos miraban detrás de los cuadro, porque siempre nos sentimos observados ¿no es así?

Mira como caemos en espiral, o caminando en círculos hacia abajo, y nos basamos en quimeras que siempre terminaban (¿por qué coño llegarían a su fin?) en humildes distopias, vivimos preguntando y mira como nos hundimos, si aun puedes. Somos la parte más humanas (o menos, nunca lo supe) de la humanidad, y siempre, o a veces, caminábamos en silencio entre paréntesis.

La autorreflexión sobre el destino que compartíamos paradójicamente era una sucia muestra y una metáfora de la realidad que siempre creímos, y al final caímos en que éramos bombillas fundidas, y en que erramos en percibirnos; que pena, supongo. Ahora solo sabemos pensar en que somos en la triste y falsa sonrisa de aquel payaso que nos hacía reír y que nunca reía.

Nanana, entre espacios en blanco, en los rincones más fríos, hacíamos el auto amor, como me gustaba, sabiendo que eras solo un sueño en este último anhelo de frenesí, y nunca tuve carisma, lo se. La verdad es que nos implicamos a la verdad en esto, y que discutimos sin discutir, ajenos a nuestros gemidos por los que los demás preguntaban, y nosotros respondíamos preguntando.

Nos gusto la música más barata, mientras soñábamos en distraernos con los gustos de espada y pared, ya tengo frío en este agujero, y seguíamos distrayéndonos entre versos de Gingsberg y alentando sensaciones, también bastante baratas de saber y no saber.

Fuimos nihilistas en el amor, unionistas en la muerte, separatistas en la minuciosidad, racistas con la claridad en aquellos bares, judíos en Alemania, bohemios en Melbourne, labradores de tierra seca y kamicazes sin dolor frente a la mar, y míranos ahora, como caemos en este abismo que nos conduce al fin de nuestras fronteras, este sendero diluido me empieza doler, si, ¿a ti no?

Esto no es nada personal.

“Now I'm looking for you, or anyone like you...”

miércoles, 28 de enero de 2009

A ver que sale...

Bajas por el tobogán de mi coleta sosteniendo entre tus manos algo mas o menos parecido a mí, ¿y qué encuentras?, encontramos nudos de pelo que quedaban por desatar, en los desenredos más enredos, en los enredos, quedan por desenredar, y calle abajo, hable, hablamos, ¿y qué encontramos?, yo no pude verlo, pero tus ojos decían luz y oscuridad, bésame o mátame, ying y yang, y quizá eso no fuera todo, pero tú hablaste, y yo hablé, y ansié que todo saliera de mi boca, calle abajo, sin embargo se fue, y no volverá, pero desenredos en más enredos, en los enredos, quedan por desenredar…

¡Cuidado! Canción altamente adictiva

lunes, 26 de enero de 2009

Le contrepoint


Es la noche entre textos la que nos hizo llegar a aquel punto portentoso en el sexo contenido por la música de los sesenta, recordando el minuto anterior simultáneamente al presente, en lo que recordamos y dejamos de recordar, en el desacuerdo (y digo cuerdo) que deshojaba nuestra jerarquía, y nos besábamos, nos besábamos con los labios trémulos, porque ya pensaban en sorprendernos el uno al otro, y decir, o besar, nuevos sinfines.

Caóticos caminos que recorren las runas y arrugas de nuestras polivalentes manos en busca de lo incierto y desconocido, pero lo cierto es que esos apostrofes que colgaban de nuestras cabezas no eran mas que abreviaciones de lo que verdaderamente queríamos decir y nunca pudimos, porque nunca abarcamos a tanto, como ese tanto.

Estoy cansado de andar por las ramas de un árbol viejo, lleno de arrugas cansadas de esperar, y el día se hizo noche lanzando señales en tu cama, y harto ya, voy a deslumbrar hasta al sol, y voy a gritarle a tu ventana en la penumbra, para desatar cabos que tejió el miedo con el hilo suave de alambre que arrancaré con los dientes.

Las cartas son golondrinas sobrevolando las balsas de esta ciudad hiperbolada de creación magnética que me atrae a tu mirada lujuriosa que desembarca en mis manos livianas recorriendo tu pecho, ladrón sin guante de quebradizos adioses que falsean y flamean en nuestros labios mintiendo al tiempo y reconcomer las síncopes labradas en la incertidumbre del “¿qué será?” ¿Y que más da?

Voy a explicarte el mundo sin palabras, resumiendo, y latiendo más deprisa en la fiebre evocada por los suspiros que nunca dimos y que quisimos. Los quisimos y los rompimos, los rompimos y los amamos repartidos en nuestros silencios, los repartimos y no los añoramos, en lo equitativo, en lo nocivo, en las voces que callaron y en los pensamientos que pensaron.

Voy a resumirte mi mundo en tres términos: tú, yo y lo que nos callamos. Voy a revelar mis revelaciones en lo que nos contamos: ser, estar y el espíritu santo, el acento francés que entre cigarros liamos. Prestarnos gritos, cantos, besos, personajes planos y redondos, en espiral o en diagonal, en esta novela que transcurre entre allís y ahís, entre acás y allás, y être o être demasiado lejos, o demasiado cerca, pero a tu lado.

Perdimos el norte entre brújulas sincronizadas con las pulsaciones de los pasos que daremos por París, y être aquí o être allí, soñaremos con las miradas de Amélie, c’est trés simple ma vie. En bicicletas o en el susurro del viento en nuestras rojas orejas, en barcos o aviones de papel, huyamos, huyamos a París.

Las turas, las dicotomías, el contrapunto. Las dicotomías, el contrapunto, las turas. Las costillas, las cosquillas, ese ardor. El ardor, las cosquillas, las costillas. Las caricias, las falacias, la avaricia. Las caricias, mi avaricia, las falacias.

Huyamos a París.

/ Tiro la vieja moneda de veinte francos sobre el linde de la figura, cayó en el cuatro, y con tu nueva falda saltaste encima de mi ojo, cabeza, bazo y corazón, ahora tu nombre solo se puede escribir con cuatro signos de interrogación… /

“If you love me, won’t you let me know?”

lunes, 19 de enero de 2009

El cielo está encalizado
¿quién lo desencalizará?
El desencalizador que lo desencalice,
buen desencalizador será.

La tierra está contaminada
¿quién la descontaminará?
El buen relojero que la descontaminé,
buen descontaminador será.

Polly wants to cracker...

Resultados de un día de lluvia


No se si son las proporciones de mis brazos con mis piernas o las pocas ganas de acceder a ese lugar, pero la verdad es que me pierdo con tanto contenido, teniendo en cuenta de que usted me está leyendo, y con lo cual busca el entendimiento de mis textos, curiosamente no encontrará las subyacentes estructuras de mi yo interior, (dios, así queda horrible, ¿inside?). Acabo de recordar que estoy hablando con Dios, si, aunque también haga una clara referencia a ustedes, los demás, los mortales.

Más que nada, le recomiendo no buscarlas, ya que de momento, y digo de momento, no las hay, claro eso sí, depende de la opinión subjetiva que tenga, ¿no? Es frustrante a veces la sensación de estar hablando solo, o conmigo mismo, o con mi consciencia, ¿quién sabe?, pero en fin, ¿qué remedio nos queda hoy? Ya sabe lo que pasa a veces con está gente, que fallan demasiado, demasiado defectuosos, no se porque coño los hiciste así o asao, pero el caso es esa sensación (si se puede llamar asó) que me hace pensar este tipo de cosas.

Les hiciste un cacho de carnes y huesos con el que sentir, y ellos mismos inventan eso de “sentir”, no entiendo porque no entienden de que una puta depresión no es más que el fallo de un sistema cognitivo o un en el hígado, pero míralos, que felices son, trabajando sin parar, no teniendo más preocupaciones que pagar sus hipotecas e irse a un lugar exótico de vacaciones, ¡Si supieran!

Que chorrada, nunca había visto nada igual, ni siquiera la gente de Neptuno es así, y biológicamente estaban mucho menos capacitados que ellos, pero hay que admitir una cosa, te han querido imitar, y lo han conseguido, fue tu fallo el ponerte de modelo con ese bastardo tuyo, Jesús, han creado maquinas, mucho mejores que ellos, quizá tu solo hicieras lo mismo con ellos.

En cualquier caso, te han superado y reconócelo. Mírame, yo ya estoy muy viejo también, estoy atormentado de ser así, un mártir más en lo desconocido, tal vez quiera ser más conocido, tal vez me este volviendo como ellos, siento más de trece pecados capitales, y tengo ganas de arder como aquellos herejes calcinados por la inquisición. Mírame, soy un ejecutivo pagano siendo un alumno de lo que nadie ha sabido aprender, ni han querido. Paso las noches dándole vueltas a las agujas del reloj y asomado a la ventana buscando una luna y alimentándome de luces del frigorífico, y persiguiendo lagartijas por la pared, dándome de bruces en el cruce de la lámpara y el sofá contra la pantalla del televisor, metiéndome dentro y siendo un dibujo animado de Burton. Un tabulador en el espejo arañando el cristal de vidrio de la botella de pena, y comiendo, bueno, llantos en conserva. No me he afeitado otra vez y me dejo llevar por las vueltas del ventilador, y eso que ayer asistí al entierro de la cucaracha de la esquina, qué murió aplastada por una hormiga.

A veces quisiera ser la mosca que da vueltas alrededor de mi sopa en el restaurante falso de la esquina, si ese que está hecho de cartón y pintado con temperas, ese que pinto la niña, que aun me acuerdo, ¡qué bonita!

Bueno, como siempre, gracias por escucharme, que pena que sea solo eso. Yo seguiré dándome chocazos en la pared para volver a las estrellas, o al infierno, o a lo que se llame eso.

(Hoy no llueve debajo de los árboles)

“Somos los hijos indeseados de Dios, ¿y qué? Nuestros padres eran nuestros modelos de Dios, si nuestros padres nos fallaron, ¿qué dice eso de Dios?”

domingo, 18 de enero de 2009

Es la preocupación, los detalles que rodean el aura de mi cabeza (siempre de puertas adentro), la que me hace estar vivo, la que me mantiene en movimiento, la que late por mí, la que cada minuto que pasa esta noche estremece mi cuerpo, y me hace temblar (de miedo, o de lo que sea).

Es esta, la que me hace vivir; es esta, la que algún día me mate.

(Entre paréntesis)

Se me va de las manos

Fantasear en que esto sea un maldito cuento en el que el argumento sean los segundos que poco a poco se van consumiendo y van dejando, bueno, detalles y restos de estos. Invasión de interpretaciones erróneas, o quizá no tanto, y prepararme para que me duelan más, o menos. Veré las cosas diferentes, con más color, o menos; con más luces y sombras, o menos; pero ver las cosas más nítidas, o disturbias.

Ir mirando como todo vuela, y cerrar las alas sin opción a más; llegar a las nubes, y volver abajo, a donde siempre estuve, y solo esperar, a volver a volar, a que se me sequen las alas, o a volverlas mojar. Descansar en las ramas quizá sea la solución, tal vez…

Contando cuentos para embellecer la realidad con mentiras, sin importar donde haya quedado la verdad. No puedo, o no quiero. Infravalorando actos que no tienen fondo, buscar petróleo donde no lo hay (no hay). Palabras que salen (bla bla bla bla), y palabras que simplemente no salen porque no las hay, y no hay más (no hay).

No me cumplo mis propias promesas y siguen doliéndome más, es que no caben en la cabeza más suposiciones de las que ya hay, y en cualquier momento (buum). Dejemos de intentar conjuntar un segundo con otro forzosamente para autoengañarnos, en mí fluyen cual pez grande en la charca.

Si dejó que el tiempo pasé se me irá de las manos, pero ¿qué hago?, no hay elección, no hay camino, solo me quedan cuatro palabras y medias que dejar aquí, puestas sin más como si nunca hubieran existido, porque solo existen ahora (no las hubo antes), y al fin y al cabo, aquí quedan, perdidas, y aunque las hubiera habido, ¿qué, no es lo mismo?

Tan perdido como yo, en el mismo lugar, en el olvido. Tal vez esto solo sea una mentira más, pero es la diferencia que marcó no embelleciendo, sino estropeando, tan estropeada como yo, hasta que ya no sirva y sea el triste juguete viejo, que solo sirva para el recuerdo, un atribulado muñeco de quien sabe que, o quien.

El final de la frase está en el límite de lo que llamamos “alma”, y hasta allí llegamos, caminando con pasos largos pero lentos, pero no, no quiero quedarme en el camino, a medias, o puede que no pueda elegir. Me pediré perdón a mi mismo, por haberme engañado, o haberme dejado engañar. Lo que no evitaré, lo que hoy elijo, es este caos que elige sufrir, buscando consecuencias, o lágrimas, me abandone.

Estaba equivocado en buscarle sinónimos a la vida, dándome cuenta de que, ya, no los hay (no los hay), y haciéndome preguntas a mi mismo, porque no puedo en voz alta, porque ni yo mismo las escucharé, intentaré dormir, y esto no es reflexionar, no.

Quedan dudas, confusiones, ramificaciones, incertidumbres, titubeos, reparos y temores, pero no me importa, el pan del que alimentarme, o alimentaros, cada día. Mira como oscila el ruido que originó dentro de ti, obsérvalo, con delicadeza, suavemente…

/ Errantes palabras que se escapan de esta jaula, sin pensarlo, como animales…/

Esto no es música. Buenas noches… ¿rutina?

(No hay)

“Siamo fígli di mondi diversi una sola memoria, che cancella e disegna distratta la stessa storia”

martes, 13 de enero de 2009

Morir, solo una evasión más de la realidad. Las ganas, se me quedan cortas... ¿para qué?

Seguiré matando pajaros en mi cabeza, uno tras otro, hasta que pueda ver el cielo completamente gris.


"Ni negro del todo, ni del todo blanco..."

El carabinero


Vuelven atañas las letras por las manos del carabinero. Él, soldado de la guardia permanente, a causa de sus descabezados arrebatos de ira contra… ¿contra qué? Acampando siempre solo, al final, siempre solo, busca refugiarse sobre el férreo camino de debajo de un puente por el que mucha gente han pasado, bastante. Hace música, con sus lágrimas, que caen en el río del cual su orilla es su confesonario. Ha perdido el tiempo escribiendo cartas de amor, ha recibido golpes más dolorosos que disparos que quedaron grabados en su sucio pecho, y ahora, allí lo tenéis, haciendo un torniquete más, esta vez, en su cabeza, por haber pensado, por haber creído.

Vio, que en sus propios actos, parte de esta cuerda tan larga, había perdido cachos. Sus ropas zarrapastrosas se caían en jirones de tela gris, tirando al oscuro negro de sus cabellos. Con sus propios ojos pudo admirar sonrisas y lágrimas, llantos, penas, consuelo y amores. Él, beso a la muerte, y como castigo, hay lo tenéis. Ahora ya no sabe que chorrea por su cara.

Los zapatos viejos que grandes tramos habían recorrido, y que por sus amplias gateras habían observado los polvorientos pasos caminados, se limpiaban solo con la lluvia de aquella tarde maltrecha. Pasaban ya, a estas horas, los obreros por su lado al fin de su jornal, y recordaba el carabinero sus peores recuerdos para sanar sus supuestos pensamientos que concurrían su mente mientras limpiaba su carabina.

Era su boca entonces la que quería disparar, y no podía, porque quizá no supiera bien lo que decir, más bien gritar, y en su garganta se ahogaban aullidos de las noches acampadas bajo el frío de su recuerdo, el que tantos momentos retorció y dejo escapar. Los pájaros no volaban, se escuchaban en sus últimos cantos, y los reflejos del agua iban apareciendo en sus recuerdos como en la niña de sus ojos, igual que iba apareciendo la imagen de aquel cuerpo muerto, en su cama.

Una sonrisa brotó de los sollozos y gemidos. Ella, cansada de no querer soñar, le había puesto en guardia, y él, bloqueado y angustiado por la duda intento lo imposible, que viviera. Lo miró como pidiéndole algo, algo que no era precisamente vivir. Tal vez pidiera una palabra, tal vez no quisiera nada, tal vez, él solo supo suponer.

Su carabina, brillaba ahora entre el mugriento trapo con el que se limpiaba la cara de falsas sonrisas. Estaba mal, nauseabundo, agonizante. Solo escuchaba, ¿para qué vamos a mentir? Ahora, no escuchaba. Sordo de ilusiones y miradas, con el rabo entre las piernas, y aun así, con la cabeza bien alta. Alzo la vista, pero no vio, no pudo volver a ver, y aun así, siguió cargando su revolver.

Volvería, volvería a matarla. Levantose y empezó a caminar. Sí, se dirigía allí, volvía y sabía su ventura. Siguió caminando.

(Taaaaam, taaaaaam)

/ Se levantó, la agarró y la beso. Luego, llevo sus manos al bolsillo y acercó la carabina a su rostro. Lo miró con cara de horror, pero él, no la dejo huir. /

(Poom)

(Taaaaam, taaaaaam)

jueves, 8 de enero de 2009

Donde nunca pasó nada...

“Cuéntame un cuento…”


Era una despensa hambrienta en la pequeña casita de madera, dentro de la casa, dentro de la ciudad, dentro del mundo, dentro del universo, dentro de… Era un estante en la inocente despensa, en los que la concurrencia se repartía en la fragua que la separaba del exterior. Era una concurrencia de recipientes, llenos y vacíos, coloridos y descoloridos, feos y bonitos, lisos, o con sus detallitos, transparentes, translucidos, y quizá opacos. Eran mermelada de sabores, almíbar, salitre y azúcar. Eran solo, tarritos de cristal.

Era la despensa solo despensa, cuento escuchado por niños y viejos, lugar de sueño y realidad, de suposiciones y hechos supuestos. Era relato plano en la noche, era descripción de palabras mías y de las otras tuyas. Era transito del transito creado por palabras que no eran mas que ruidos del cristal chocando, no más que eso. No era más que jardín de flores mustias creyendo ser damas de noches y nardos narcisos.

Era el estante hecho para los frascos, pero no los frascos hechos para el estante. Era estructura imperfecta dentro del “perfecto”, fría, dura, áspera, estoica, impasible, amarga, y plana, muy plana. Alumbrada por luces de neón, olía a humedad y cerrado, irrespirable, hacía que las bocas tosieran y los ojos lloraran.

Eran muchos los frascos en la oscuridad de la despensa, vidriosos reflejaban los pocos destellos que de la poca luz recibían. Eran muchos los frascos en los estantes de arriba, ya que no había que agacharse para cogerlos, pero muy pocos en los de abajo, olvidados por el olvido, llenos de polvo por fuera, púdranse finalmente por dentro. Tarritos que salían y que brevemente eran sustituidos por otros, o por lo menos casi siempre, otras no volvían (quizá porque ya no gustaran, o porque fueran viejos), o muchas veces, volvían demasiado tarde, ansioso el niño de su sabor.

Ruido en la despensa sonaba constante, en la musiquilla del vidrio, chocando los tarritos unos con otros. Unos quebrabanse y quizá se les escapase algo de su intrínseco, otros quedaban juntos hasta que esas malditas manos los separaran sin remedio. A veces, en los rincones del estante, si callabas por un instante, podías escuchar la triste pero deseada melodía del silencio, pero estos rincones, casi siempre carentes de botes, se sentían solos por ese miedo latente que invadía al mara, por esta… ausencia. Posiblemente estas esquinitas, estuvieran mucho mejor así.

Era una despensa en la que poco pasaba, donde el tiempo no se distinguía, cuando el olvido no recordaba, porque los tarros cada vez más se rompían. El descuido, cada vez más, con ellos se arrumaba, y los frasco vacíos, cada vez más abundaban. Telarañas el techo tapaban, un día, se estropeo la persiana, y los tarros siguieron en calma.

El lugar donde nunca ocurrió nada, donde la duda se preguntaba:

Y ahora ¿Qué?

“Y colorín colorado, este cuento no ha empezado…”

“El amor en conserva se caduca”

miércoles, 7 de enero de 2009

Caminando, caminando, caminando voy solito...

Lavandería nocturna


Querido Rey Arturo:

Quería decirle, que todas las noches, bajo mi ventana, pasa el camión de la basura. No es que me importe, no, solo es que se lleva cosas sin que yo se las deje. Vera, la noche anterior estuve esperando a que pasará, y mira por donde, no paso, y sin embargo, cuado duermo, entra en mi pequeña casita, busca en mis cajones, y se lleva todos mis juguetes. Normalmente se lleva mis más viejos juguetes, señor (cosa que me enfada bastante), pero también a veces, se lleva mis juguetes más nuevos.

No se si esto le pasará a los demás niños, pero esto es bastante incomodo, porque siempre antes de irme a la cama, me da por jugar con ellos, y al fin y al cabo, todos mis amigos son lo único que me dejan, juguetitos pequeños o grandes juguetones (estos cada vez que me los van a quitar, hacen ruido y me despiertan), preciosas cositas de cristal, y feos cachos de plástico.

Al parecer, a pocos niños les importa esto, ya que siempre que les quitan sus juguetes, o los pierden normalmente, consiguen otros nuevos y grandes juguetes, y aun así, los siguen perdiendo con gran facilidad.

Yo, poquito a poco, los más preciados detallitos, los he ido guardando encima de mi armario, aunque a veces mi mama me diga que solo son basura y los tire. Los demás, los guardo en cajitas de colores en mis cajones. Aun tengo una botella vacía con los mejores mensajes dentro, tickets de compra de emociones, palabritas de colores, letras de canciones en cajitas de música con bailarinas y bailarines, humo y niebla en dibujos de atardeceres y amaneceres, cucharones de sopa ardiendo que aun conservan su calor, una muñeca que ríe cuando aprietas su barriguita y flores de papel que tienen espirales. También guardo en los bolsillos bolitas de agua de colores, y miles y miles de explicaciones.

Y en mi cuerpecito, guardo cicatrices y moratones, también achuchones que me aprietan hasta hacerme toser por las noches, antes de dormir, y muchos arañazos que van y vienen en la carretera de mi piel, como esos cochecitos que corren por el suelo si los empujas.

Le pido, por favor, que ese camión de luces parpadeantes deje de pasar por aquí, temporalmente. Le pido que nada más me robe, y que hasta las negras cajas feas donde guardo los muñecos feos y cobardes conserve. Le pido un poquito de paz, solo eso.

Atentamente, el niño de la cometa verde.

P.D.: No se olvide.

/ Tengo una cuchara nueva y un montón de frases en la cazuela que remover… /

“Estaba equivocado, no quiero olvidar todo, lo juro, algunos recuerdos merecen futuro”

Auto/ser/vicio/


En el casino, se disputaban aquella noche el azar de rendirse a lo impuesto, o simplemente, seguir jugando, claro, en todo esto se basa el azar, o eso dicen ¿no? Los sombreros de copa, los bastones afilados, a punto de enfilar puntas de zapatos relucientes para comunicarse, y esos típicos grandes anillos cargados de piedras (a mí, personalmente me gustaban las de asfalto, o esas que parecían cogidas de la orilla de un lago). Sí, aquello era como el desahogo de estas grandes y lujuriosas vidas, pesadas por tanto cargar monedas en los bolsillos y comer ostentosos banquetes.

El catering no era tan abundante como otras veces, pero él estaba allí doblando servilletas, vestido con su camisa blanca como todos los demás. Aburrido de haber cumplido su servicio tantas veces, y de que nadie lo valorara, aburriase sentado en una de las mesas vacías, escribiendo en esas servilletas que tantas veces había doblado, súbitos mensajes que ni él mismo entendía.

- Una de whiski de malta a la mesa seis.

Levantose, sirvió la copa, y rumbo a la mesa ¿seis? ¿nueve? ¿trece? Pero el supo enseguida cual era. Aquel señor del pañuelo rojo en el bolsillo siempre pedía el escocés de malta. Pudo observar como le miraba, atentamente, esperando algo, esperando una mirada, pero se sintió hastiado cuando este no reacciono.

- ¿Para usted, caballero? –musitó en el fragoroso ambiente.

- Sí, gracias, gracias… Oye chico, se me manchó la camisa, ¿podrías darme esa servilleta sucia que guardas siempre en el bolsillito de tu camisa? Supongo que será para estos casos ¿no?

Miró esa frase, miró ese trozo de palabras unidas, y sin importancia alguna, se lo entrego al viejo Joe Routine. Este sabía ya que su azar no había sido precisamente favorable últimamente, pero él, abrió la servilleta, y se dejo coger de la mano, para volver… o no.

Shh, amigo, déjame pincharte, y atra(vesarte), con las agujas del reloj…

Déjà vu

Déjà vu

Déjà vu

El sombrero de copa se desplomo sobre el suelo, tal vez por palabras, tal vez por esos “pequeños detalles”, tal vez solo seamos eso, tal vez, y tras él, ya no había cuerpo yacido vestido de chaqueta, son su pañuelo rojo. Quedaron, esparcidos por el suelo y encima del sombrero, troceados pétalos de amapola.

La noche murió, el casino cerro, y quedaron solos los dos, cadáver y camarero, mirándose fijamente, sin palabra alguna, perdidos en el ponto de olores del lugar. Ya no había casino, no daba lugar. Tal vez el color del pañuelo que lleves sea el color de la corola de tu aniquilamiento. Tal vez, un pequeño detalle

/ Y amigos, aquí está la metáfora, o la paradoja… (Nunca me ha gustado que me llamen de usted)/

“Cada año es una enfermedad con trescientos sesenta y cinco síntomas; vivimos en un cuento navideño con barrios de cartón”

lunes, 5 de enero de 2009

A punto


Morir callados, algo que zumba en mi mente, algo más que rompe las reglas de lo desprohibido, cuando el revolver roce la punta del pelo, buscar lo que nunca obtuvimos, palabras entre la boca, nunca.

Un sonido que no se oirá, porque ya habrá sonado, pero esa palabra a medias, quedará en el aire reclamando su lugar, como tú, antes de morir. Seremos agonía en esta habitación, tan sola, tan fría, simplemente seremos, seré atravesando tu mente como nunca lo hice en vida, y ahora en muerte, por fin te conozco. Dejaremos de creer, dejaremos de perder el tiempo, porque ya, no existirá.

Volverte a conocer, quizá sea poco para mi, y la metáfora llegará, cuando sea el momento, ahora y no antes, y ya, ahora, y nos después. Hemos jugado a ser tú y yo, yo y tú, ahora jugamos a ser los dos, habiendo jugado ya a jugar, y a no conocernos esta noche, cuando hemos jugado, improvisado más bien, a conocernos.

Busquemos la piel que busca errores en el cuerpo, cicatrices mal cerradas, huellas dactilares que se borran, no queriendo dejar rastro, porque no queramos. Está última, es la cicatriz que menos importará, ya que no será tocada más que por manos enguantadas en látex, buscando un “¿cómo?” y no un “¿por qué?”.

Ya no corregiremos nunca más nuestros errores, porque de este nunca nos podremos arrepentir, y también porque ya no existirán los errores, ahora los elegimos nosotros, y tal vez lo mejor sea, que no elijamos errores. El miedo se convierte en pánico, y las lágrimas en hechos. Veo poco a poco como te despides de este mundo que no te ha sabido apreciar, te condenas a mí, si, es eso, una condena. Entre el papel mojado, las palabras expanden su tinta convirtiéndose, transformándose, en garabatos. Y es curioso, me susurras al cañón, que hacía tiempo que no escribías algo tan bueno, como es tu carta de suicidio.

El punto de mira y tú os miráis fijamente, tú le miras con cara de “no me falles” y él te mira con cara de pena, como de “no serviré de nada”. Toca jugar a la ruleta rusa con el bulón lleno de balas en todas sus oquedades. Toca tomar tu ultima decisión: directa a la cabeza o metértela en la boca. El erotismo del armazón te llama, el duro acero va entrando poco a poco en tu boca, rechinando con tus dientes, y notas que está frío. Estoy viendo la campanilla de tu garganta he veo que intenta cantar algo, pero que no puede. Entonces noto el sudor cayendo por tu frente y de repente un ¡No! La sacas de tu boca porque el miedo al dolor te oprime, y porque quieres decir, o cantar, tus postreras palabras. Tu muñeca va subiendo temblorosa paulatinamente paralela a tu cuerpo hasta quedar mirando de cara al suelo. Repentinamente, empiezo a escuchar lo que no me creo de tu boca, no me lo puedo creer.

“I used to rule the world, seas would rise when I gave the word. Now in the morning I sweep alone, sweep the streets I used to own, Viva la Vida
 

/ Entonces, con su voz trémula, le desafío, perdió el miedo y asustada, apretó el gatillo. Allí en aquella habitación, solo quedaron ellos dos, o no quedo nadie, ni nada. Muertos, y esto, esto solo fue el comienzo/

Tengo la mente estíptica, porque lo que quiere salir es demasiado grande.

“En las pistolas fíjense, a cada disparo recula el cañón como asustado por lo que acaba de hacer”

(Soy la bala que quiere atravesar tu cabeza)(…)

domingo, 4 de enero de 2009

El cadaver, sobre mi regazo, llorandole


"Lo que nos da miedo es la incertidumbre. El ser humano vive una paradoja terrible: en un mundo donde es absolutamente imposible dar nada por sentado, ni siquiera que el planeta vaya a estar en el mismo sitio mañana, nosotros pretendemos alcanzar la seguridad. Aunque solo sea que mañana tendré el mismo trabajo, me encontraré con las mismas personas, incluso que mi cuerpo será más o menos el mismo que hoy.
Seguridad. Algo que en nuestro cosmos es completamente ingarantizable.
Este conjunto de característica biológicas, se concretan en que todos los seres humanos ordenan de alguna manera su mundo, es decir, crean unas leyes de conducta, y dan un sentido a su vida. En resumen, crean una cultura. Esto sin el lenguaje es completamente imposible, y si no me remito a cualquier otra especie animal, incluidos el resto de los primates.
Esta necesidad de explicar el mundo, y encontrar un sentido a la existencia nos enjaula en una cárcel que nosotros mismos hemos creado. Buscar seguridad y certidumbre:
Mañana en mi mundo, seguirá siendo malo matar, y bueno trabajar, el dinero seguirá siendo dinero, etc, etc.
Ante una naturaleza cambiante, incierta, abrumadora, el ser humano a lo largo de miles de años genera la cultura, que le da una cierta seguridad. Un seguridad fabricada. "

/ - ¿Te sirve de algo?- dijo la consciencia.

- No, ¿y a ti?- respondió el alter-ego, inseguro sobre su decisión.

- No, da igual…

Y los dos quedaron, tumbados, pensando, fumando, lentamente recapacitando sobre a lo que nunca, nunca, podrían llegar. /

Restos de tardes llenas de…


Las vísceras estaban aplastadas contra el suelo de una calle que sonaba en “la sombra de tu sonrisa”, y una vez más recorriste mi cabeza con tus sucias manos, mientras me tocaba. Una vez más me hiciste sentirme vivo para llevarme al borde de la muerte, mientras quemaba neuronas entre mariposas. Tocaste el piano y el bajo para que volviera a escribirte, y me regalaste pánico y enfermos pensamientos que remover parcialmente con la cuchara.

¿Qué voy a hacer en una carrera a contrarreloj? Estrellarme seguro, pero ¿quizá morir en el intento, o quizá quedarme más que invalido hasta recomponer mis huesos cacho a cacho? Y seguramente nunca podré volver a volar, tal vez debiera estrellarme en seco al caer del tejado y darme de bruces con la realidad, o no se si seguir soñando, seguir, y seguir.

La segunda exaltación siempre duele más que la primera, más siempre morir en la primera, volver en la segunda, tic tac. Estrujar el futuro contra las agujas del reloj es siempre tan difícil… Hacía tanto que no paseabas por mis adentros… Puede que superarte sea crecer, para caer desde lo más alto, o lo menos bajo, pero… Siempre hablando en dubitativo.

Palabras y besos que te alejan, a ratos. Y quiero por fin arrancarte de mi ser, porque eres tan inútil, tan desesperadamente ansioso por existir. El coma en el que vives, del que entras y sales con tanta facilidad con la que sueño, ¡Muere de una puta vez, joder! Déjame recrearme un poco, déjame funcionar un rato.

Estás consiguiendo que quiera ir deprisa, cuando ¡No!, déjame contemplar un poco más despacio, fluir al ritmo de jazz en tardes inresurgentes, no quiero que seas un motivo más por el que escribir, ni que no pueda dormir y despertarme, al fin y al cabo, ¿para qué?

Deja de preguntarme estás cuestiones inútiles, como ¿hasta cuando? Y… esto no es un interrogatorio. Tic tac, la almohada me espera y, tic tac, otro latido que me acabas de robar, otro segundo que me haces desperdiciar, otra nota de la que me acabas de despegar.

Me haces vivir nostálgico de mi futuro (…)

¡Muere! ¡Muere! ¡Muere!

“Estamos acorralados por el miedo a morir, o el miedo a vivir que es lo mismo”

“El miedo es bilateral”

sábado, 3 de enero de 2009

Aunque sea, un poquito de ti hoy ¿no?

Reclamos


Hoy le pido una oportunidad más, hoy quiero una excepción y volver de nuevo al nochario. Hoy elijo yo.

He explayado confesiones que espero que no lleguen a nadie, porque el receptor, al fin y al cabo es nadie, y no lo esperaba. Hoy, por lo que he aprendido, no me puedo ir a la cama, la convencionalidad ha ganado la batalla, y los muertos de guerra son la poca esperanza que me quedaba. Frases de perdedores, como “por lo menos lo intenté”, son las que ahora divagan, y me atacan.

Las cadenas del amor han atado a uno más, que podía ser cualquiera, pero era mi cualquiera, la paradoja, porque ahora él es libre dentro de la esclavitud. Solo es libre de mí y de mis inútiles palabras que han sido, o han querido ser las cuerdas de la marioneta. Que fallo, que errata. Equivocado inconcientemente, que es lo que ahora me mata. ¿Qué coño hago siendo el cacique de tus decisiones?

Arrepentido, demasiado. Solo te pido perdón por querer elegir por ti, solo por querer que seas tú, aunque quizá quisiera que fueras yo, te he pedido demasiado, esto solo era soñar, como hermanos de sangre, como esto…

Sigue buscando tu felicidad, la tuya, tu conjunto de sensaciones constantes. Son tuyas, y vuelve la paradoja, que en mi mente solo se halla, porque “nadie sabe nada”, y solo tu sabes o, crees sabes lo que por tu cabeza pasa. He hablado más de lo que debería, y menos de lo que hubiera podido, y la que sueño poder realizar. Ahora, solo eres una frase más en mi cuaderno de cosas que busco hacer.

Tu camino se ha partido, y ya has decidido, e intentare buscar ese conjunto de sensaciones que me satisfagan. Solo he pensado en mí, como siempre… Me has ayudado a ser, y no a estar, por estar. “Solo intentaba ser mejor”, solo intentaba que vieras que no hay mejor, ni peor, que solo hay, y que se puede ser, como tu lo has hecho. He querido devolverte lo que me has prestado, y no has querido, me lo has regalado.

Arrepentido, demasiado. Pero siento mucho decirte que solo has sabido saber, y no comprender, me he bloqueado, y te he acorralado bastante cerca de la pared. Joder ¿Qué coño he hecho? Joder, espero que algún día puedas decírmelo tu, dejar de presuponer, y por lo menos, suponer un poco. Deja de soñar con mis sueños loco, porque se que prefieres no soñar, solo vivir, y la envidia ahora es la que me acorrala a mi cerca de la ventana.

He roto con todo, como si fuéramos algo superficial, y esta, hoy, es mi ultima paradoja. Seguiré pensando que eres especial, demuéstramelo, algún día de estos, o algo ¿no? Algún día, supongo, que seguirás encendiendo mis cigarros. Pasearemos juntos, por separado.

Vete a descansar y deja de llorar, capullo. Yo no se si dejar de hablar contigo, o conmigo mismo. En fin ¿qué más da?

Tranquilo, te enseñaré a cantar.

(Entre tu y yo, recuerda, o entre yo y yo, no lo se…)

“Por mi, nunca te preocupes por mi…”

“El tiempo no espera” (por lo menos, a mi)